«EL DOLOR ARGENTINO», Alfredo L. Palacios.

Entre las figuras por de primer plan delas democracias americanas, la de Al­fredo Palacios ocu­pa un lugar de honor. Su recia y múltiple personalidad se destaca en la política, en la cátedra, en la prensa y en los numero­sos libros que ha escrito. Su enorme cul­tura le ha permitido siempre hacer CRITI­CA CONSTRUCTIVA, tan rara en nuestros países de América, acostumbrados a la crí­tica demoledora y falta de concepción científica y de posibles realizaciones.

Alfredo Palacios se afilió desde joven al Partido Socialista argentino, y puede considerarse tino de sus fundadores más caracterizados. Entra al Parlamento en 1904, como diputado de su partido e ini­cia luego la más intensa, meditada y fruc­tífera campaña, en favor de las clases asa­lariadas de su país. Inspirado en el más profundo amor a la causa de la justicia social, sin demagogia y en forma serena, su oratoria sobria, apoyada siempre en la realidad trágica de la vida de los trabaja­dores, convence y con frecuencia conmue­ve. Logra así destruir las resistencias, pro­ducir la simpatía hacia los seres más dé­biles de la sociedad humana, que 61 de­fiende con tanto talento como convicción.

Son famosos sus discursos en defensa del trabajo de las mujeres y los niños ex­plotados en forma ignominiosa a princi­pios de este siglo, sobre la jornada de 8 ho­ras, las indemnizaciones por accidentes del trabajo, etc. Cada uno de los problemas sociales que el plantea en el parlamento es acompañado de un proyecto de ley; puede decirse, sin temor a equivocarse, que las más importantes leyes sociales ar­gentinas han sido impulsadas inteligen­temente por el Dr. Palacios, siendo él el autor de muchas de ellas.

La labor social del primer periodo par­lamentario del Dr. Palacios está expuesta en una serie de libros que merecen citarse. «Actuación parlamentaria, 1904-1908», editado por el Partido Socialista; «Discursos Parlamentarios», publicado en Va­lencia en 1910; «Por las mujeres y niño que trabajan», Valencia, en 1911; «Dos años de acción socialista», Valencia 1914; «En defensa de los trabajadores», Valen­cia 1915.

Durante este primer periodo se acentúa la personalidad del doctor Palacios, para orientarse en seguida hacia la investiga­ción científica en el dominio social, como determinante de una acción constructiva posterior. Realiza, en efecto, una serie de observaciones de laboratorio sobre la FA­TIGA, y como resultado publica su obra monumental. «La fatiga y sus proyeccio­nes sociales», que obtiene en 1923 el «Pre­mio nacional» a la producción científica y que le publica la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Bue­nos Aires. Esta obra llamó la atención en todos los centros científicos de Europa y se puede considerar a la altura de las in­vestigaciones del célebre fisiólogo francés Jules Amar, autor de «El motor Humano».

Publica en este período el Dr. Palacios otra obra monumental: «El Nuevo De­recho», magnífico tomo de 444 páginas, que puntualiza y echa las bases del Dere­cho del Trabajo como una antitesis del antiguo derecho civil clásico, contiene los nuevos postulados de la CIENCIA SOCIAL que surge potente después de la guerra en un anhelo supremo de justicia, y de soli­daridad humanas.

La recia personalidad del Dr. Palacios, siente la vocación de la cátedra, como ne­cesidad imperiosa de formar las nuevas generaciones en los conceptos sociales mo­dernos y de determinar una acción pode rosa en favor de los seres más débiles de la sociedad. Después de una serie de obs­táculos, largos de relatar y que él vence con singular energía, el Dr. Palacios llega a ser profesor de la Facultad de Derecho y más tarde Decano de ella. Su ingeren­cia en la vida universitaria argentina hizo época e imprimió rumbos. El Dr. Palacios concibe la Universidad como organismo activo que contribuye eficazmente a la formación de una verdadera democracia. De este periodo son sus obras: «La Uni­versidad Nueva», publicada en Buenos Aires en 1925; «Por la Universidad Demo­crática», Buenos Aires, 1927; «Universidad y Democracia», Buenos Aires, 1928; «Ac­ción Universitaria», 1929; «Enseñanza Secundaria», 1929 y «Democratización de la enseñanza», publicada en 1930.

Los problemas de la justicia militar han ocupado también la atención del Dr. Pa­lacios y a ellos ha dedicado dos importan­tes obras: «La justicia en el Ejército», Buenos Aires, 1918 y «Código de Justicia Militar».

Sobre problemas americanos e internacionales tiene dos obras que merecer, ser señaladas: «Nuestra América y el imperia­lismo» y «Las islas Malvinas».

Una manifestación del espíritu indepen­diente y amante de la libertad del Dr. Pa­lacios, lo constituyen tres obras importan­tes: «Libertad de prensa», 1935; «En de­fensa de las Instituciones Libres», publi­cada en Santiago de Chile, por Ercilla, en 1936, obra suficientemente difundida; «La represión del fraude electoral», 1936; «El delito de opinión y la tradición argen­tina», Buenos Aires, 1937.

Su ideología socialista se encuentra ma­nifestada en forma elevada en todas sus obras, entre las cuales se encuentra una muy interesante relacionada con el pro­blema penal: «El socialismo argentino y las reformas penales», publicada en 1934.

Pero la obra más reciente del Dr. Al­fredo Palacios, y a la que deseamos refe­rirnos especialmente es «El dolor argen­tino», publicada en Buenos Aires a fines de 1938. En esta obra el autor hace una descripción sistemática de las condiciones de vida y de trabajo de la población de al­gunas Provincias argentinas. Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamar­ca, La Rioja y San Juan. Estudia en forma elocuente y a veces patética, el problema del analfabetismo y la deserción escolar, las condiciones de vida de los trabajado­res, las viviendas miserables, los bajos sa­larios, la deficiencia alimenticia de deter­minadas regiones, la difusión de enferme­dades endémicas como la tuberculosis, el paludismo, etc.

Leyendo esta obra del Dr. Palacios y exa­minando las láminas de pobreza y abando­no de determinadas regiones de Argenti­na, que ellas muestran, vemos reprodu­cirse nuestra propia situación, con una di­ferencia fundamental: las penosas condi­ciones descritas por el Dr. Palacios se re­fiere a PROVINCIAS ALEJADAS de la zona Central argentina, y nuestra situación de miseria y abandono se encuentra en nues­tra propia capital, no lejos de los rasca­cielos.

El Dr. Palacios, espíritu sereno y cons­tructivo, no podía contentarse con señalar el mal y producir emoción con sus objeti­vidad y elocuencia; presenta las soluciones adecuadas y formula un interesante plan de acción educativa, y sanitaria que po­dría resolver en gran parte el problema.

La literatura social argentina se ha enri­quecido pues con una obra de trascen­dental importancia, que merece señalarse por la similitud de los problemas que trata con nuestros propios problemas.

Moisés Poblete Troncoso.

«IZQUIERDISTAS EN LA HISTO­RIA», por Jorge Gustavo Silva, profesor de Derecho del Traba­jo en la Universi­dad de Chile Editorial Nasci­mento, Santiago de Chile, 1936.

El autor pudo exhibir, al pie de su nombre, además del de profesor, el de Presidente de la «Liga Georgista de Chile», porque, en efecto, lo es, y por­que el libro todo tiende a exponer sin perjuicio de las vidas de los más destacados «izquierdistas» de la Historia Universal-la tesis central de Doctrina de Henry George; a saber: en la APROPIACIÓN PRIVADA DE LA TIERRA reconocen su pri­mero y más permanente origen la miseria del mayor número de los habitantes del mundo; y, con ello, el desasosiego, el ma­lestar, las zozobras, así nacionales como internacionales.

Desde la DEDICATORIA, hasta la última página, este libro vincula la suerte, grata o negra, de la humanidad, al régimen ju­rídico y económico de la tierra.

Dedica el autor su libro a quienes «sean capaces de perseverar, en el tempestuoso oleaje de la vida, por amor a la Verdadera Libertad». Y explica así el concepto: «No por amor a una libertad política vaga, in­consistente, falaz, equivoca, a veces me­ramente formal, y hasta favorecedora de parasitarias opresiones de otro orden, sino por amor a la, Libertad Económica; a la Libertad del hombre por la liberación de la tierra; manera la más racional, la máscientífica, la más efectiva, la más cabal, de ser libres.

El libro termina con preguntas como éstas, que hacen pensar en la ineficacia de las medidas políticas para los mismos fines que la política dice pretender, y en la im­portancia del «factor-tierra», que el mismo libro se empeña en poner de relieve. « ¿De, qué sirvió a los infelices labriegos romanos su poder político, cada vez ma­yor, a causa del veto? ¿De qué sirvió a las hambrientas muchedumbres romanas el que la plebe hubiera conseguido, a fuerza de perseverancia y osadía, ocupar todas las dignidades y magistraturas? Ocupar el consulado en 366; en 361 la edilidad curul; en 359 la dictadura; la censura en 351; en 347 la pretoría; la cuestoría de las legio­nes en 311; en 301 el pontificado? ¿De qué pudieron servir al pueblo romano las re­formas «izquierdistas» de orden principal­ mente político, tan arduamente logradas, puesto que, entretanto, siguió siendo apro­piable, y era apropiado, en propiedad pri­vada, por unos pocos, sin limitación de cabida, ese bien natural, fuente primaria e ineludible de toda producción; fuente vi­tal, al aprovechamiento de todos destina­ da, que es la tierra? De qué pudieron ser­virle, puesto que Unos Pocos siguieron do­tados de la facultad despótica de succio­nar a Los mÁs, en calidad de dueños de la tierra? ¿De qué pudieron servirle, puesto que subsistió (como hasta ahora subsiste) la esclavitud de la mayor parte de los hombres, en la esclavitud de la tierra?... El único medio seguro de mejorar la suerte de los hombres, es un medio que está dé acuer­do con la voluntad de Dios: él consiste en la liberación de la tierra: eso dejó escrito León Tolstoy, máximo izquierdista, en un libro que es como el testamento intelec­tual y moral de un gran cerebro y de un gran corazón... Meditemos en eso».

Componen este libro de Jorge Gustavo Silva, en tres grandes partes y diez largos capítulos, criticas agudas y recias de las instituciones, de la Historia, de la Econo­mía Política, de la Política; y, en desfile animado, lleno de color y fuerza, una serie de biografías y esbozos de grandes figuras de hombres de pensamiento y de acción, que han sido, a juicio del autor, «izquier­distas en la Historia». Desde Viriato y los Gracos, hasta Campanella, Tomás Morus, Miguel Servet .... Bolívar, Lincoln, los Mártires de Chicago. Comparecen, tam­bién, en las páginas de este libro, las gran­des revoluciones. Trata de «poner en mar­cha-como dice el autor-el recuerdo de los grandes movimientos ideológicos y po­líticos de la Historia».

Obra que revela dilatados estudios, de la más variada índole, y mucho irguimiento de espíritu, está escrita por un hombre de pensamiento que también sabe escribir.

J. del C. O.

«PROGRAMA ECONOMICO Y SOCIAL DE MEXICIO. - Una Controver­sia sustentada entre los seño­res Dr. W. W. Cumberland, Rev. Padre Dr. R. A. Mc. Gowanx, y Dr. Jo­seph Thorning, S. J. (por una parte), y Lic. Ramón Beteta, Doctor en Cien­cias Sociales (p o r la otra). Traducido al es­pañol y editado por Ramón Beteta. - Ciudad de México, Noviembre, 1937.

Es un libro bilin­güe. Contiene el tex­to de unos debates habidos en el seno de la Sección Lati­no-Americana del Instituto de Asun­tos Internacionales de la Universidad de Virginia (EE.UU. de A.), sobre el es­píritu y modalida­des de las substan­ciales reformas polí­ticas, económicas y sociales, que desde hace años se vienen operando en Méxi­co. Las páginas PA­RES insertan el texto en inglés, las pági­nas IMPARES, el co­rrespondiente texto castellano.

«Es regla invaria­ble del Instituto, al hacer la selección de loa tópicos y de las per­sonas-advierte la explicación preliminar («F'oreward»)-el no convertirse en órgano de propaganda de ninguna especie, sino procurar, al contrario, que ambos lados de las cuestiones sujetas a controversia, sean debidamente presentados». Dentro de esa plausible norma, se eligió, por una parte al Licenciado don Ramón Beteta, Direc­tor General de Estadística de México y Doctor en Ciencias Sociales, para presen­tar el Programa Económico-Social del Go­bierno de la República Mexicana. Se le designó por sus méritos personales; no en carácter oficial. Para representar la acti­tud contraria,-es decir, la critica a las diversas fases del Plan Sexenal,-fueron invitadas las personalidades que también han quedado enunciadas en el encabeza­miento de esta nota bibliográfica.

Los temas tratados y debatidos fueron del más alto valor expositivo e informati­vo, para el lector interesado en seguir, en fuentes auténticas, la evolución contem­poránea de aquel país.

He aquí sus enunciados:

1. «Aspectos Económicos del Plan Se­xenal. La Revolución Agraria. Resulta­dos actuales y Desarrollo Futuro». (Licenciado Beteta). 2. «La Base .Agraria en el Plan Sexe­nal». (Dr. W . E Camberland). 3. Refutación del Licenciado Beteta a la, Conferencia del Dr. Cumberland. 4. «La Actitud Católica con respecto al Programa Social y Educativo del Go­bierno Mexicano. (Rev. R. S. Me. Go­wan). 5. Refutación del Licenciado Beteta al Dr. Me. Gowan. 6. «Programa Educativo y Social del Gobierno Mexicano». (Licenciado Beteta). 7. «Las Fases Sociales del Plan Sexe­nal-Mexicano«. (Dr. Joseph P. Thorning). 8. Refutación del Licenciado Beteta a la Delegación Católica, con respecto a la llamada «Controversia Religiosa en Mé­xico».

En materia tan ardiente, y acerca de la cual tanto. se dice, se exajera, SE MIENTE, un libro como éste, de simple, y seria in­formación, recogida por un Instituto im­parcial, debe ser bienvenido. Su lectura es recomendable. Debe ser recomendada.

La impresión general, resultante de es­tos debates, fué favorable a la posición del Licenciado Beteta, según lo hizo saber, de viva voz, el Presidente Hackett, y cons­ta a fs. 15 de la publicación de que se trata.

Quienes deseen estar bien informados -con autenticidad y con imparcialidad-cerca de lo que ocurre y ha ocurrido en México, harán bien en leerse este libro, que habla, sin apasionamientos, de algo que tanto apasiona y seguirá apasionando a las gentes.

J. G. S.

«EL AYLLU»; Es­tudios Sociológico«, par Bautista Saavedra.-.Editorial Nascimento. 2.• edición.

La obra del señor Saavedra trae un prólogo del profesor Rafael Altamira, es­crito para la prime­ra edición, del año 1913. Altamira, autor, de una «His­toria de la Propiedad Comunal», y de otros libros jurídicos-sociológicos, tiene compe­tencia sobrada para hacer de prologuista de esta obra, y juzgarla con conocimiento cabal de la materia sobre que ella versa.

-¿Qué es el AYLLU?

Después de prolijas indagaciones y co­mentarios de autores, el señor Saavedra concluye (página 129), diciendo:

-«Lo que hay es que en la civilización AIMARÁ, la voz Ayllu sirve, y es la única conocida, para designar tanto la asociación familiar, GENS, cuanto la asociación territorial y agrícola, TRIRUI».

-¿Cuál fué el régimen «territorial y agrícola> AIMARÁ, que en esta raza o civi­lización llevó el nombre de AYLLU?

El autor llega a la conclusión de que fué el mismo régimen del Imperio Incásico, pero no porque el aimará haya copiado» a aquél, sino, al contrario. «La división de la tierra laborable y su DISFRUTE EN COMÚN -dice- ha debido ser régimen aima­rá, que transcendió y pasó a ser de los pue­blos incásicos . . . . En otros términos: la ci­vilización cuzqueña no hacía sino recoger las instituciones que pueblos que entraron a formar su composición, arrastraban desde lejos». (Pág. 147)..

La tierra era, entre los aimará, como entre los incásicos, del dominio y no co­lectivo, salvo las partes destinadas a ser cultivadas para el beneficio de la Casa Imperial y del Culto. «Ningún particular poesía cosa propia, ni jamás poseyeron los indios cosa propia, sino era por merced especial del Inca, y aquello no se podía enajenar, ni aun dividir entre herederos. Esas TIERRAS DE COMUNIDAD se repartían cada año y a cado uno se señalaba el pe­dazo que había menester para sustentar su persona y la de su mujer y sus hijos, y así era unos años más, y otros menos, se­gún era la familia, para la cual habían sus medidas determinadas» . . . . «El cul­tivo de tierra se operaba por medio de un sistema especial de cooperación comunista ....»

Completando el sistema de cooperación, y aun de beneficencia motos-comenta más adelante el autor,- la explotación de los ganados y pastos, elemento primordial a la vida sedentaria y agrícola de los grupos humanos, siguió la suerte del suelo cultivable ....» A juicio del señor Saave­dra, de esos y otro« datos se puede inferir que «la constitución comunal de la tierra debita su origen aimará, o que, dentro del AYLLU, clan, la constitución agraria fué la misma que en la incásica, como en QUECHUA, idioma oficial de ese Imperio, la tribu territorial se llamó, igualmente, AY­LLU».

Dada la importancia que asume la ins­titución de la PROPIEDAD TERRITORIAL­ de cuyo racional, sentido depende, puede decirse, la tranquilidad del mundo, dado el empecinamiento con que aun se pre­tende mantener y extremar el concepto ROMANO de la propiedad territorial, bueno será tener presente cuál era el régimen territorial americano, que los españoles vi­nieron a echar por tierra .... Por lo que hace al Imperio Incásico y a los aimará, afirma el señor Saavedra que el régimen territorial Se caracterizaba, entre ellos, por dos aspectos: n) la POSESIÓN (no la PROPIEDAD) individual o familiar del suelo, por distribución de lotea: y b) la coopera­ción comunista en el cultivo, y el derecho colectivo a los pastos, v frutos reproduc­tivos o de consumo, en ciertos casos de ne­cesidad.

Hace falta determinar, seriamente, en estudio comparativo, si era más racional y conveniente el régimen económico-jurí­dico de las tierras, mantenido en América, o lo era el régimen «romano», que los es­pañoles implantaron, a viva fuerza en este Continente.

Se puede adelantar-sin ser muy teme­rario-que los «indios> americanos no tenían nada que envidiar, en este punto, a los europeos invasores.

J. C. S

 

«FUTILIDAD DEL IMPERIA­LISMO», estu­dio del profesor y publicista don C. Villalobos Do­mínguez.

Por su novedad y por su sustancialidad (aparte de otras ra­zones) bien merece este ENSAYO del pro­fesor Villalobos Domínguez que, aun­que inserto en un mensuario, se le destaque y se le haga ob­jeto de una nota bibliográfica, siquiera breve.

Para el chileno estudioso de la Ciencia Económica empieza a ser conocido ya este profesor argentino, en quien hay que re­conocer que, a su capacidad de honda vi­sión de las cosas y de las ideas, une una entera gallardía, una ruda franqueza en el decir. Su libro «Bases y Método para la Apropiación Social de la Tierra», (comen­tado por nosotros en la prensa diaria, años ha), dió a conocer una concepción nueva, puede decirse, acerca del ejercicio del derecho de propiedad territorial. Ex­pusimos esa concepción en el «Boletín de Derecho Público» dirigido por el profesor Aníbal Bascuñán. Revistas y diarios chi­lenos reproducen, ahora, en cuanto ar­tículos, fragmentos de estudios salidos de la pluma del eminente catedrático argen­tino.

En Futilidad del Imperialismo, arre­mete el señor Villalobos Domínguez con­tra lo que él mismo llama «El Mito de la Expansión», la falacia de la conquista guerrera, el afán de obtener «colonias», que posee algunas «naciones insatisfe­chas», y loa hace incurrir en toda suerte de violencias sin que, en verdad, sea ello necesario, ni fructuoso. Nunca se ha comprobado que un Imperio Colonial signifique suplemento de riqueza para las Me­trópolis-afirma el autor-ni tampoco ha sido demostrado que la ocupación de vasto territorio por un pueblo, en las propias fronteras, (lo que equivale a relativa es­casez de población), sea condición de pros­peridad».

Pruebas al canto.

España, EN CUYOS DOMINIOS NO SE PO­NÍA -EL SOL, mientras DISFRUTÓ de tales dominios imperiales padeció tanta pobreza como la que PADECIÓ desde que los perdió, si no más. Es decir, la PADECIÓ el elemento humano, la población, el pueblo español.

Gran Bretaña, «dueña» del más tes­to imperio colonial moderno, aloja ahora mismo, en su seno, una población de deso­cupados míseros, de desocupados forzosos y mendicantes, que no baja de los cinco millones de hombrea .... ¡Son veinte mi­llones de seres humanos (si contamos el. conjunto familiar) que vejetan en una vida infra-humana, en el territorio de aquel vasto Imperio Colonial!

Inversamente, pueblos como el escan­dinavo, y como el suizo, que no poseen un palmo de tierra colonial, disfrutan de un envidiable nivel general de vida.

La «dispersión» rinde poco, declara el autor. El limite que podríamos llamar de PLETORA, está muy distante, aun en los países a que se les suele considerar «super­poblados>. Aun para la nutrición deriva­da de la agricultura,, ninguno de ellos ca­rece de tierras de las cuales pueda ser afir­mado que un área de cultivo hortícola no produzca lo suficiente para el alimento de un hombre

Veamos, si no, el caso de Italia, pata del cual sostienen los «expansivistas» que no cabe ni puede alimentarse en él la pobla­ción actual.

Aun considerando que sólo la tercera parte del territorio italiano fuera agrícolamente aprovechable, esa tercera parte as­cendería a la cifra de 100,000 kilómetros cuadrados, es decir, a 1,000 millones de áreas: tierra suficiente para alimentar a 1,000 millones de hombrea. Entretanto, la población de Italia es de 40 y tantos mi­llones.

Rebájese el cálculo cuanto se quiera: siempre quedará margen que pueda con­siderarse ilimitada, en cuanto a la produc­ción propiamente agrícola. Pero quedan, además, los productos alimenticios inago­tables, que pueden extraerse de los meros que rodean a la Península, y la infinidad de cosas no comestibles, que los habitan­tes de ésta pueden producir para su pro­pio uso, y para cambiarlos por productos de los otros países y continentes.

No se puede, con fundamento, sostener que pueblo alguno carezca de materias FÍSICAS, NATURALES, para su propio sustento.

Lo que hay es que la POBLACIÓN CARECE DE ACCESO A LA TIERRA, de la cual es me­nester extraer tales materias, QUE NO HAY TIERRA DISPONIBLE, porque es ella mono­polio de unos pocos, y que una serie de PAGOS que gravan al productor (el propie­tario no es el productor), hacen casi inefi­caz, para si propio, la labor, por ardua que sea, del trabajador.

En un régimen tal (que es el de todos los países, se puede decir), el que quiere trabajarla tierra tiene que: a) pagar algo para adquirir o para arrendar la tierra; b) pagar por los gastos de producción; c) pagar la renta (un tercio del producto bruto; por lo menos), al terrateniente, trá­tese de suelo urbano o rural; y d) pagar otro tanto al Estado, como impuesto, para cos­tear los gastos públicos; no sólo los gastos necesarios y legítimos, sino también de la formidable burocracia parasitaria, intere­ses de deudas públicas, sostén del ejército, la armada, los servicios de aviación, etc.

Todo eso, no la SUPERPOBLACIÓN, es lo que, en todas partes, hace difícil GANARSE LA VIDA.

La verdad es que los beneficiados con las «colonias», son tan pocos, y que los beneficios obtenidos son tan inferiores al costo y sacrificio de conquistar y retener colonias, que para la masa nacional (que es lo que importa) sería incomparablemente más cómodo y económico regalar a los presuntos beneficiarios, en forma de subsidios, las cantidades que la colonia pudiera procurarles.

El profesor Villalobos Domínguez hace agudas y eficaces insistencias sobre su te­sis, para dejar demostrada «la futilidad del imperialismo».

Al concluir, proclama que «la única ac­tividad verdaderamente útil que cabe y es posible emprender, en este particular, es ABATIR LAS ADUANAS, cuotas y primas de exportación, y demás obstáculos ruino­sos al libre comercio de todos los países, en. todos los lugares del planeta, mante­ner abiertas TODAS LAS RUTAS` DEL MUNDO, y abrir todas las fronteras a la libre circu­lación de hombres y mercancías».

En una época envenenada y extrangulada por las prácticas proteccionistas más privilegiantes, esta lógica y justa afirma­ción del profesor argentino puede parecer una HEREJÍA. La verdad suena a herejía, en las sociedades empantanadas en el error!

Una serie de ilustres pensadores, que han pensado sin compromisos de concien­cia, ni vista e interés de patria, o clases, preceden, en este camino, al profesor Vi­lialobos Domínguez.

Pero ¿cuándo la enseñanza universitaria va a enseñar ésto, y no la «convenien­cia de la PROTECCION NACIONALISTA».

«EL SUPUESTAMENTE RUINOSO ARMAMENTISMO por C. Villalobos Domínguez. («Nosotros» de Buenos Aires Octubre, 1937).

Todo cuanto pu­blica el profesor Villalobos Domínguez es digno de meditación. Casi siempre, se trata, en esas publicaciones, de temas «de fondo» y de puntos de vista originales, y, en mucho o en poco, heterodoxos. Por ejemplo: geor­gista convencido y admirador consciente de la obra de Henry George, halo critica­do, con respetuosa y aguda manera, a la vez, en más de una ocasión. No es segui­dor ciego e incondicional de nadie. Todo lo examina. De todo quiere darse cuenta por sí mismo.

En el ENSAYO de que ahora damos cuen­ta, Villalobos Domínguez (que es un gran simpatizante con la causa del pueblo) de­sarrolla y prueba la tesis de que, contra lo que comúnmente se cree y afirma; «el armamentismo NO ES RUINOSO PALA EL PUEBLO, si por tal se entiende el conjunto de la población. En cambio,-agrega-en el actual régimen económico-jurídico, de apropiación del suelo nacional por unos pocos tal armamentismo ES SENCILLAMENTE MÁS O MENOS COSTOSO PARA LOS DUEÑOS DEL SUELO. «Siempre resulta­-dice,-en tal régimen de propiedad priva­da, que los dueños de la tierra son, deta­lles más o menos, quienes -cargan con el gasto de la defensa».

El autor ha llegado a esta novísima con­clusión (que contradice el vulgar pensar y sentir), por la vía económica: aplicando la ley RICARDIANA de la renta.

En aplicación de esta concepción de David Ricardo, argumenta el autor, «todo impuesto llega a ser, a la postre, un descuen­to de la, renta del terratenientes». «Porque si él llegara a mermar la parte del traba­jador, (que es, en general, lo indispensable para vivir), éste dejaría de trabajar, y si llegara a mermar la parte e interés del capitalista, éste desistiría de invertir su capital en empresas».

Esta regla general es con toda razón aplicable al caso de los impuestos vincula­dos al pago de gastos de armamentos.

No sería lo mismo DONDE EL SUELO PUDRA PROPIEDAD COMÚN. Allí sería el PUEBLO EN CONJUNTO quien pagara tales armamentos, pero en tal caso la renta del suelo patrio redundaría, en beneficio del pueblo mismo.

El profesor Villalobos Domínguez ter­mina SU ESTUDIO con estas observa­ciones:

a)Los terratenientes españoles son quien están pagando y pagarán los gastos efec­tuados, durante la guerra actual, por el propio ejército y por el del bando con­trario; y

b) La tesis expuesta implica, entre otras consecuencias, un vuelco considerable de los criterios conductores de la política in­ternacional.

J. G. S

«LOS DELITOS SEXUALES EN LAS VIEJAS LE­YES ESPAÑO­LAS». Recopila­ción, prólogo, notas y glosaría, por E. Barriove­ro y Herrán. Mundo Latino, Compañía Ibe­ro - americana de Publicaciones, Madrid

Al azar, en el re­corrido curioseante de las Librerías, di­mos con este libro, que nos ha permiti­do informarnos, sin mayor esfuerzo, de materias de derecho penal y de medicina legal (como hoy di­ríamos) distribuidas en una decena de viejos Códigos Españoles: Fuero Juzgo, 1930. Fuero Real de Es­paña, Ordenamien­to de Alcalá, Leyes de Toro, Leyes de Par­tida, etc., etc. El aborto, el estupro, el adulterio, el matrimonio de frailes y otros religiosos, el matrimonio de las monjas, el barraganismo, la sodomía... todo se halla catalogado en tales leyes, para todo hay penas severas... que ahora llama­ríamos crueles y desproporcionadas. La lectura de tales leyes-comenta el prolo­guista-convence de que se han dulcificado las penas, pero no se han modificado los conceptos, de que hoy, como en los tiempos del Rey Sabio, caminan por los jardines de Afrodita sin incidir en delito, o en pecado, es tan difícil como atravesar el Niágara sin balancín, y por una cuerda de guitarra. Recuerda el autor que el gran teólogo español Caramuel predicó que «la fornicación sólo es pecado porque está prohibida», lo que le valió la excomunión del Papa Inocencio XI. Se trata de un li­brito de 200 páginas, de amena lectura y sin duda de provecho para los estudiosos del Derecho Penal y disciplinas afines.

J. G. S