Discursos pronunciados. en la recepción de Mr. Harold Butler

El 10 de Enero de 1936, la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile, recibió solemnemente a Mr., HAROLD BUTLER, designado miembro honorario de la Corporación. El señor Butler es el Director de la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra; y ha venido a Chile con motivo de la Primera Conferencia Regional Americana del Trabajo de Santiago. Antes de Mr. Butler habían sido designados miembros honorarios de la Facultad otros dos ilustres altos funcionarios internacionales: en 1925, Mr. Albert Thomas, Director anterior de la Oficina Internacional del Trabajo, y en 1930, Sir Eric Drummond, ex-Secretario General de la Sociedad de las Naciones. El señor Butler fué recibido por el profesor de Derecho del Trabajo, don Francisco Walker Linares.

 

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PROFESOR DON FRANCISCO WALKER LINARES, SECRETARIO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES.

En representación de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile, cumplo con la alta misión de recibir en esta Corporación a su nuevo Miembro Honorario, Mr. HAROLD BUTLER, Director de la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra. La Facultad se ha servido de la presencia en nuestro país de tan eminente huésped para designarlo Miembro Honorario, en igual forma que lo había hecho anteriormente con otras dos ilustres personalidades internacionales que vinieron a Chile en 1925 y en 1930, respectivamente: Mr. Albert Thomas, el brillante orador francés, cuya desaparición prematura todavía se lamenta, animador de la Organización Internacional del Trabajo, de quien Mr. Butler es el digno continuador, y Sir Eric Drummond, el ex-Secretario General de la Sociedad de las Naciones, que dirigió con tanto acierto durante trece años a aquella entidad internacional. La Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales ha querido pues, reunir en su registro de honor, tres grandes nombres: Albert Thomas, Eric Drummond y Harold Butler, los tres tan vinculados a la grandiosa obra social e internacional creada en Ginebra para bien de la humanidad.

Es para mí muy grato representar a la Facultad en este acto solemne, dados los estrechos lazos que me unen a los Organismos Internacionales ginebrinos, no sólo en mi calidad de 'Miembro Correspondiente de la Secretaría General de la Sociedad de las Naciones, sino muy especialmente en mi carácter de Profesor de Derecho del Trabajo de esta Facultad. La cátedra universitaria que desempeño da a conocer a los jóvenes alumnos una orientación jurídica nueva que se inspira precisamente en los principios generosos de justicia social y de protección a los trabajadores de todos los países que propaga por el mundo entero la Organización Internacional del Trabajo de la Sociedad de las Naciones. Señores: en esta casa universitaria se estudian detenidamente las convenciones y recomendaciones del trabajo de Ginebra que, sirven de fundamento a las principales legislaciones sociales del orbe, incluso a la chilena, y las magníficas publicaciones de la Oficina Internacional del Trabajo son consultadas y citadas por los estudiantes en sus tareas de clase y en sus tesis de licenciados. Igualmente son conocidos y comentados los informes que nuestro distinguido visitante Mr. Butler, presenta anualmente a las Conferencias Internacionales del Trabajo, dando cuenta en forma sintética, con una clara visión de conjunto, de la situación social de todos los Estados. Es una gran satisfacción para un profesor poder declarar en los momentos en que se celebra en Santiago la primera Conferencia Regional Americana del Trabajo, que en este país en los cursos de Derecho de la Universidad de Chile, se sigue paso a paso, con interés y entusiasmo, la obra fecunda de la Organización Internacional del Trabajo, y la labor activa de su gran Director, Mr. Harold, Butler, que con tanto empeño ha sabido ahondar el surco abierto por su ilustre predecesor Mr. Albert Thomas.

La Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, al recibir en su seno a Mr. Harold Butler, acoge a un universitario, a un maestro, a un publicista y a un organizador; la vieja Universidad de Oxford, con sus románticos claustros medioevales lo contó como alumno, en numerosos centros culturales y altas escuelas ha dictado conferencias, y es doctor 'Honoris Causa' de varias Universidades. Publicista famoso, no sólo es autor de las Memorias que en su calidad de Director presenta cada año a las Conferencias, sino también de interesantes obras sobre tópicos sociales de actualidad palpitante, tales como 'Las Relaciones Industriales en los Estados Unidos' y 'Los Problemas del Paro' en ese mismo país. Desde muy joven orientó su vida hacia las actividades relacionadas con la legislación social, iniciándose en los servicios administrativos del trabajo de Gran Bretaña, su tierra natal. En la Conferencia de la Paz de París de 1919, fué Secretario General adjunto de la Comisión de Legislación Internacional del Trabajo encargada de redactar la Parte XIII del Tratado de Paz referente al trabajo; más tarde, Albert Thomas reconociendo sus méritos sobresalientes lo nombró Director adjunto de la Oficina Internacional del Trabajo recién fundada, y ambos colaboraron en su común misión en favor de la justicia social, siendo los dos artífices en una obra nueva, sin precedentes ni en la Historia ni en el Derecho Internacional, y que en sus comienzos debió vencer terribles escollos y múltiples dificultades. Cuando en 1932 faltó Mr. Thomas, el Consejo de Administración nombró a Mr. Butler como su sucesor, convencido de que el fiel colaborador sería el más digno continuador del apóstol que desaparecía. Los triunfos obtenidos por la Organización Internacional del Trabajo son en gran parte, la obra de nuestro nuevo Miembro Honorario, por cuanto tales éxitos se deben principalmente a la acción de la Oficina de Ginebra, verdadero laboratorio de la protección mundial de los asalariados, de la cual Mr. Butler es el alma.

Señores: La humanidad debe mucho a la Organización ginebrina; en las 19 Conferencias celebradas entre 1919 y 1935, inclusive, se han aprobado 49 proyectos de convenciones del trabajo, los que cuentan con 675 ratificaciones;esto

quiere decir que en la actualidad han debido dictarse en diversos Estados 675 leyes de protección a los trabajadores, exclusiva creación del espíritu fecundo de Ginebra. El formidable progreso del Derecho del Trabajó en el mundo, su tendencia a la internacionalización, la semejanza entre las leyes sociales de los distintos países, son los resultados prácticos de las hermosas normas expuestas en el preámbulo de la Parte XIII del Tratado de Paz, noble Carta del Trabajo, según las cuales los trabajadores merecen la protección legal, cualquiera que sea su nacionalidad, su raza, la naturaleza del empleo o la remuneración percibida; para cobijarse bajo el amparo de la ley, sólo se considera al hombre que trabaja, a quien la sociedad debe asegurar condiciones humanas de existencia. Tal es el nuevo ideal basado en el principio de la universalidad, que no hace distinción ni de fronteras ni de continentes; mediante su realización quiera afianzarse la paz social, elemento previo para que reine la paz entre los Estados. Este concepto explica asimismo los vínculos que unen a la Organización Internacional del Trabajo con la Sociedad de las Naciones, entidades que se complementan mutuamente, ya que no puede haber paz entre los pueblos mientras no impere la justicia social en las relaciones de los hombres y no se cumpla con el precepto moral estampado en la Carta del Trabajo de Versalles, que nos enseña que el trabajo humano no debe ser considerado como una mercancía o un articulo de comercio. La Organización Internacional del Trabajo intenta implantar la justicia sin violencias, sin odios de clases ni de razas, sirviéndose de la cooperación de los tres elementos que intervienen en los problemas económico-sociales, a saber: la colectividad representada por los Gobiernos, el capital representado por los patrones, y el trabajo representado por los obreros. Esta triple intervención colaboracionista da a los acuerdos de Ginebra un carácter marcadamente práctico y positivo, desvaneciendo la idea de que ellos puedan ser el producto de abstracciones, inspiradas en un humanitarismo fantástico. Además, no debe olvidarse que antes de discutirse cualquiera cuestión, la Oficina Internacional del Trabajo bajo la dirección superior de Mr. Butler y con la ayuda de técnicos especializados, ha preparado previamente una documentación completa sobre el punto que va a debatirse, considerado en todos sus aspectos y con relación a todos los Estados.

América coopera activamente con la Organización Internacional del Trabajo; testimonio elocuente de ello es la Conferencia de Santiago auspiciada por Ginebra, a la cual han acudido delegaciones de todo el continente; esta Asamblea comprueba de igual manera el carácter universal de las entidades ginebrinas, desmintiendo la afirmación de que ellas sean organismos meramente europeos. 61 Estados de todos los ámbitos del globo, forman la Organización Internacional del Trabajo, fraternizando en ellas las grandes y las pequeñas potencias en el afán de proteger a los asalariados; recientemente dicha Organización se ha vigorizado con el ingreso de dos grandes naciones: las Estados Unidos de Norte América y la Unión de las Repúblicas Soviéticas, con lo cual se ha reforzado más aún la universalidad de la institución.

Señores: La Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile al designar Miembro Honorario a Mr. Harold Butler, ha querido rendir homenaje al hombre superior que trabaja con ahinco para mejorar las condiciones de los asalariados de todos los países, al organizador y publicista eminente que dirige una Oficina Internacional que publica los estudios más completos sobre las problemas sociales que agitan al mundo moderno, y al apóstol infatigable qué quiere hacer de la protección de los trabajadores un patrimonio común de la humanidad.

 

DISCURSO PRONUNCIADO EN CASTELLANO POR MR. HAROLD BUTLER

Me es hondamente grato el señalado honor que ahora me hiciera la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, de la Universidad de Chile, al haber tenido a bien nombrarme como uno de sus miembros honorarios.

En mi sentir, es tanto mayor esta distinción cuanto que la comparte, de modo excepcionalmente privilegiado, sólo con Albert Thomas, primer y gran Director de la Oficina Internacional del Trabajo, cuya memoria evoca en mi ánimo la más viva estimación y el más cálido afecto, y, con mi compatriota ilustre Sir Eric Drummond, el primer Secretario General de la Sociedad de las Naciones.

Al haber destinado este título honorífico a tres funcionarios internacionales, hace gala, la Universidad de Chile de una, certera y delicada comprensión.

Dada la naturaleza de nuestras funciones, es una condición esencial la de abrigar un sentimiento de fidelidad hacia los Estados que integran nuestras instituciones internacionales, y de ahí que nos esté estrictamente vedado el aceptar condecoraciones de cualquiera especie, ya sea que provengan o no de nuestro propio país o de otro cualquiera.

Son universales, empero, los dominios del espíritu, ya que traspasan todas las fronteras.

Las Universidades del mundo juntamente con los hombres de ciencia constituyen una verdadera comunidad universal.

Me enorgullezco de haber nacido y de haber estudiado en mi pueblo universitario de Oxford; y es por esto que siempre he estimado, intrínsecamente, más valiosa una distinción universitaria que una distinción política.

La esperanza del porvenir reside, creo yo, en las universidades, y el progreso mismo está, condicionado por la propagación de la idea.

El bienestar individual y la prosperidad futura están vinculados con la aptitud del profesor para difundir ideales esclarecidos, así como con el empeño de las nuevas generaciones de asimilarlos y de ponerlos en práctica una vez llamados a asumir responsabilidades de orden política.

La Universidad de Chile ha desempeñado ya un ilustre papel en la diseminación de ideales humanitarios y de aspiraciones por la justicia social.

Mi ilustrado amigo, el doctor Walker Linares, en su calidad de Profesor de Derecho Social, se ha mostrado infatigable en la tarea de inculcar los principios sobre los cuales se basa la organización Internacional del Trabajo.

No dudo que la Universidad proseguirá en su tarea de esclarecer las generaciones venideras en el terreno económico y social, como lo ha hecho desde su fundación, rindiendo un inestimable servicio a la nación chilena y al mundo.

Me regocija pensar que la reunión de la primera Conferencia Americana del Trabajo en Santiago ha puesto de relieve una vez más el hondo interés de los países americanos por los problemas sociales, así como mostrado un firme propósito de encontrar una solución para remediar los males sociales.

Me regocija pensar que la Universidad de Chile encontrará en ella un nuevo estímulo para redoblar sus esfuerzos y sus desvelos.

Al cimentarse más otros principios a través de una legislación social útil y efectiva, le tocará a la Facultad de Derecho desempeñar, sin ninguna duda, un papel de importancia singular.

Esta consideración, por encima de todas, es la que ahora me llena de beneplácito y legítimo orgullo al sentirme ya miembro honorario de esta tan docta corporación.