(De la ubicacion social de los intelectuales)

La importancia social de los intelectuales, desconocida casi siempre por los hombres de derecha y mal apreciada a menudo por los de izquierda, debe destacarse nitidamente en los comienzos de este tiempo nuevo, que es el nuestro, de la nueva sociedad en cuya construccion estamos trabajando.

El intelectual, apenas valorado por la sociedad burguesa en calidad de tecnico, de especialista indispensable para el funcionamiento de la explotacion industrial, ha sido menospreciado e infinitamente subestimado en sus calidades puramente literarias o artisticas. Y esa subestimacion y menosprecio le han puesto, generalmente, en triste situacion economica, empujandolo a los bajos pelda?os de la escala social. De ahi, mantenido y acrecentado en el correr del tiempo, un complejo de inferioridad que explica la poca validez moral y el servilismo de que el escritor suele dar muestras; de ahi sus vacilaciones y renuncios, en busca de reparo economico, en resguardo a menudo del propio pan, duramente conquistado en brega amarga y continua. Y a ese vacilar, a ese inclinar de la cerviz y prostitucion de la conciencia, solo han parecido escapar muy contados elementos en las epocas de crisis. ?Como condenar, empero, a los que se rinden por razones de hambre, por incapacidad fisica de obtener el pan en un medio en que el escritor libre se encuentra en lucha abierta y casi continua con los poderosos, con la policia, con la banca, con la infinita red de los intereses creados? Si alguna razon asiste a quienes desconfian del intelectual consagrado a las letras o al arte, nadie debe desconocer que la maquina politica, economica y social que es el estado moderno, solo puede caminar empujada y dirigida por tecnicos de alta capacidad; es decir, por intelectuales. El intelectual, en suma, cualquiera que sea el grado de confianza que se le atribuya, es el espiritu de la maquina, la, esencia de cada sistema, el factor maximo de toda posibilidad realizadora.

No olvidemos que si Platon expulso al poeta de su Republica, dio implicitamente, en cambio, a los hombres de Estado que habian de regirla, todos los atributos del intelectual superior: la capacidad de pensamiento, el estudio hondo, la consagracion integral, el desinteres, el espiritu de sacrificio. Era el filosofo, en verdad, quien aparecia a la cabeza de la Republica Platonica.

Esa apreciacion de quien interpreto como ninguno el alma del pensamiento antiguo y la sabiduria pura, que vienen hasta nosotros desde el fondo de aquella Grecia eterna que fue la primavera de la historia de los hombres, se halla contenida en el Libro Quinto de El Estado o La Republica. El maestro habla por boca de Socrates y dice: 'En tanto que los filosofos no sean reyes en los Estados, o en tanto que aquellos a quienes hoy se da el titulo de soberanos y de reyes no sean seria y verdaderamente filosofos; mientras la fuerza politica y la filosofia no se encuentren en el mismo sujeto; mientras una ley superior no aparte la multitud de aquellos que hoy se dirigen exclusivamente hacia la una o hacia la otra; no habra remedio para los Estados, mi querido Glauco, y pienso que tampoco para la especie humana'...

?Quienes son los filosofos? ?Quienes esos hombres que, segun el pensamiento platoniano, constituyen la base del orden y del progreso posibles?

Abramos el libro del maestro.

Glauco interroga: '?Cuales son, entonces, en tu concepto, los verdaderos filosofos?'

Y Socrates responde: 'Aquellos a quienes agrada contemplar la verdad'.

Veinticinco siglos de combate nada han agregado a la hondura de estas palabras eternas.

En nuestra epoca, mas que en ninguna otra de la historia humana, se realiza o tiende a realizarse la necesariedad intelectual establecida por Platon. Es urgente, pues, en el camino de las grandes construcciones humanas indicadas por el nuevo tiempo, restaurar el prestigio del intelectual, atacando las razones de fondo siempre economicas-que han determinado su complejo de inferioridad. En otros terminos, cuando el intelectual se sienta en terreno firme, cuando su independencia economica y su dignidad moral se hallen garantizadas dentro de un estado justo y de una sociedad limpia de explotadores, podra esperarse de el todo aquello que intuia el filosofo de Grecia.

Esto en relacion al intelectual considerado en el conjunto de su actividad. Tocante al pensador, es decir, a aquel genero de intelectuales donde debe incubarse el hombre de Estado, cabe reconocer que posee, aun en las epocas de mas triste decadencia colectiva, cierto grado de defensa moral, lo que posibilita su rol directivo en las tareas de construccion de la nueva sociedad. El caso del intelectual tecnico admite diferenciaciones, pues su camino esta acechado por toda clase de tentadores y es objeto de continua presion de parte de los capitanes de la economia privada.

Los intelectuales puros, en el terreno del pensamiento, son los que pueden responder mejor y en resumen son ellos los conductores de los partidos que hoy dividen al mundo en tremendo oleaje, en formidable marea de la cual cristalizaran las formas que perduren. Ahi estan Marx en Alemania, Lenin en Rusia y Mussolini en Italia, para no citar sino a los mas grandes.

Puede afirmarse que sin el apoyo decidido de los tecnicos y de los hombres de pensamiento no existirian los estados fascistas, como no existiria tampoco la Union Sovietica. La Revolucion Rusa, determinada en gran parte por hechos economicos, acaso no hubiera logrado el contenido ideologico que tuvo, o por lo menos su trayectoria hubiese variado en forma considerable sin el concurso de los grandes intelectuales que la dirigieron y encausaron, intelectuales que fueron tan revolucionarios como intelectuales, y sin duda fueron revolucionarios porque eran hombres de pensamiento. Innumerables textos muestran en que forma han apreciado el aporte intelectual Lenin, Trotzky y Stalin. Y aun puede a?adirse que el actual jefe del gobierno sovietico ha calificado de 'cerdos' a quienes niegan o pretendian negar el aporte de los intelectuales a la construccion socialista rusa.

Al calificar ese aporte, creo que ha de estimarse en primer termino a los hombres de pensamiento, a los economistas, a los sociologos, a los escritores constructivos. ?Que cuota podria asignarse a los escritores propiamente tales y entre ellos a los artistas? Seguramente que esa cuota, si examinamos al escritor exclusivamente en su funcion de artista, seria peque?isima, pero si consideramos al escritor en funcion de pensar, de escrutar horizontes, de observar realidades y de construir en consonancia con sus experiencias y con sus inducciones de orden filosofico y cientifico, la cuota seria importante. En verdad, yo no concibo el socialismo (en la epoca de construccion, se entiende) sino como una construccion en que los obreros y los campesinos estan en la base y los intelectuales actuan en la estructura superior, llenando las funciones de organizar, de educar, de disciplinar y de relacionar. El movimiento proletario no tendria ninguna posibilidad de exito definido en el tiempo, si no fuese orientado y dirigido por hombres de pensamiento; es decir, por intelectuales.

Para ilustrar mejor este punto, cabe recordar el truts de cerebros de que se rodeo el Presidente Roosevelt al llegar a la Casa Blanca y el equipo encabezado por Lenin en el Instituto Smolny. Este ultimo, por su trascendencia, es mucho mas tipico todavia, porque Lenin reunio un grupo de especialistas eminentes y les dio la necesaria autonomia, reglando la labores de construccion a la razonable y libre auto critica de dichos colaboradores. Quiero decir que la dictadura de Lenin no fue propiamente una dictadura personal; fue la dictadura de un equipo capaz de ensayar las mas audaces reformas economicas que ha conocido la historia humana.

Basandome en la experiencia historica, creo que el intelectual, singularmente el escritor orientado a la sociologia, a la economia y a la politica, debe gozar de una libertad razonable. El exito de un gobierno reside en saber discreminar, en estudiar el pensamiento de los hombres de mas alta capacidad, en asistirse de ellos seria y sinceramente; en darles toda oportunidad de expresarse, en el seno de los consejos directivos, con absoluta independencia de espiritu. El exito permanente, el exito real que perdura y cristaliza en el tiempo, no consiste tanto en crear una mistica revolucionaria como en armonizar una mistica con el pensamiento libre de un equipo constructor en que no predomine una personalidad determinada (casos de Lenin y Rooseveelt, salvando las distancias posibles); entendiendose que hasta ese equipo tienen acceso todas las mentalidades superiores.

Si aun se quiere mayor claridad, meditese en el rol que cupo desempe?ar al intelectual Marx, al filosofo Marx, al dirigente Marx en la organizacion del movimiento internacional obrero. Meditese en la influencia que el marxismo, producto neto del pensamiento filosofico, es decir, del trabajo intelectual, ha tenido en la lucha en pro de la emancipacion economica de los hombres y en la formacion de una nueva sociedad.

Es necesario expresar estas ideas con honrada franqueza, con esa honradez fundamental que suele ser caracteristica de los hombres que no ambicionan nada, de aquellos que no tienen necesidad de halagar a las masas y cuya mision que recuerda el Cirano de la leyenda francesa-consiste en trabajar silenciosamente por las clases proletarias, en sondear las sombras, en bucear en las cosas y en las almas.

Esos hombres saben el valor social del intelectual, y saben que su mision, dentro de America, debe desarrollarse en un doble sentido: continental y nacional; que deben buscar en primer termino la construccion nacional en sus paises respectivos y proyectarla al exterior en un movimiento interamericano de rapida aproximacion, en un movimiento cuya extrema consecuencia ha de ser la unidad. !Cuan enorme en sus finalidades y en sus posibilidades se presenta a la actual generacion de America esa tarea de construccion paralela que le permitira buscar soluciones nacionales y americanas dentro de America, precindiendo de consejos y ayudas extra?as! Porque la juventud americana, a mi entender, tiene la plena conciencia de que su mision historica inmediata es esencialmente continental y nacional. Debemos construir un Chile para los chilenos, como los peruanos han de hacer un Peru para las gentes del Incario o los argentinos una Argentina para los hombres del Plata. En la medida en que hagamos grandes a nuestras propias patrias y las vinculemos en una creciente interdependencia espiritual y material, haremos grande a America, pues la grandeza de America esta ligada formalmente al nuevo orden y a la nueva orientacion solidaria de las republicas que la integran.

Las particularidades de America, su geografia fisica, economica y racial, su contenido etnico, el grado de desenvolvimiento de este, y otros innumeros factores que posibilitan la realizacion de una cultura y de una civilizacion americanas, condicionan la tarea de sus futuros constructores.

Y esta mision, que atribuimos con absoluta certidumbre a las generaciones que aparecen ya en el escenario desolado y tragico de nuestra actual realidad, tiene un sentido social de orden y disciplina intelectualista, y solo mediante el concurso de hombres de pensamiento con capacidad realizadora, podra alcanzar exito.

Esa mision esta plena, sin duda, de contenido social y economico. Ello significa, aunque parezca redundancia el insistir, que los intelectuales tienen una tarea social que cumplir; que el radio de su pensamiento, en general, no puede aislarse de la realidad ni del medio, que su orientacion y su labor implican fatalmente una finalidad social. Solo exceptuamos a los hombres consagrados al culto puro del arte, porque su ubicacion social exacta no ha sido establecida aun, ni todavia puede serlo de un modo riguroso.

Puede parecer oscura para muchos la finalidad y oscuros los medios de accion de los intelectuales, pero, con todo, el objetivo basico y las corrientes que lo alimentan obran sobre ellos con la misma secreta e ineludible fuerza con que las leyes fisicas actuan sobre las mareas o los rios avanzan hacia el mar. Las propias fuerzas fascistas y conservadoras, sin saberlo o acaso sin quererselo confesar, caminan en el sentido fatalmente determinado por las leyes de la economia y de la historia...

Pero dentro de esa orientacion social general, cabe libertad; cabe la necesaria, la indispensable libertad que requieren para proyectarse en la accion los hombres de pensamiento, los conductores, los grandes caudillos. Imaginaos que Lenin, en un plano superior, o Mussolini, en plano menos grande, se hubiesen visto limitados por la coercion de tendencias mayoritarias . . .

El pensamiento no puede tener limite fijo, pero su proyeccion publica esta sin duda limitada por el interes social. Y ese interes social solo deben determinarlo otros hombres de pensamiento constituidos en equipos de indiscutible solvencia moral y dentro de una democracia intelectual bien ordenada.

Muchos otros problemas, atingentes en especial al escritor, se derivan o relacionan en un plano de menor importancia.

Del estudio sereno de esos problemas, analizados desde el punto de vista de la utilidad social, se desprende la necesidad de respetar la libertad intelectual de los hombres, y no poner a la expresion publica de su pensamiento otros limites que los aconsejados por la, utilidad social; entendiendose que su calificacion debe hacerse con prudencia y altura de miras.

Respecto al escritor que realiza obra de critica, puede observarse que, si tiene genio, sus propios ataques al regimen dominante seran de utilidad social, pues proporcionan elementos criticos de calidad, que no siempre son capaces de percibir los hombres de gobierno, aun cuando constituyan equipos de primer orden. Si el ataque es mordaz e injusto, carece de credito, y en todo caso, especialmente cuando existe una mistica revolucionaria, el escritor se enfrenta con todos los riesgos de un desafio colectivo.

En cuanto al intelectual consagrado a labores puramente artisticas, aun cuando puedan tener trascendencia social el novelista, el cuentista, el poeta, el dramaturgo, como en las otras artes el musico, el escultor y el pintor (se exceptua al cineasta) es indudable que debe gozar de plena libertad. No debe oponerse al artista barreras de ningun genero, pues ya de por si el clima social ejerce una coaccion que puede ser excesiva. Su tarea es la de crear belleza, la de utilizar sus captaciones humanas en un plano de pura creacion estetica. Para su logro toda horma, todo molde predeterminado seria adverso. Esterilizar u obstaculizar la produccion de belleza es atentar contra reservas del espiritu cuya exacta utilidad social nos parece dificil apreciar todavia.

Nunca la libertad del artista, por excesiva que parezca, puede ser nociva socialmente.

Ha sido grave error de las revoluciones modernas el limitar la libertad de los escritores. La historia nos dice que ninguna gran revolucion ha producido, en el terreno del arte, obras perdurables. Nada o casi nada nos dejo la Revolucion Francesa, y en cuanto a la Rusa, si hacemos excepcion de Mayakovsky, en quien concurrieron la inspiracion con el clima social y con el propio sentido revolucionario del poeta, nada ha exhibido que pueda parangonarse con la obra monta?osa de Dostoyewsky o de Tolstoy: Y si volvemos los ojos a Alemania, nos encontramos con el exodo patetico de todos los valores que un dia la hicieron grande en el terreno del arte.

El arte puro no solo ha de merecer respeto a las gentes de todas las tendencias, como una suprema expresion de la belleza que pueden alcanzar los hombres. Hay tambien utilidad social y politica en no ponerle cortapisas ni censuras, ni ningun genero de obsctaculos mezquinos, pues su desenvolvimiento libre marca el indice minimo de cultura y de respeto a la personalidad humana que cabe esperar de una sociedad o de un regimen.

Santiago, Marzo de 1937.