Los organismos económicos de la Sociedad de las Naciones, actualmente establecidos en Princeton, Estados Unidos, acaban de publicar un estudio de conjunto sobre la situación económica del mundo entre 1941 y fines de 1942; esta obra, sintética a la vez que bien documentada, se titula 'World Economic Survey 1941-42', (Examen Económico del mundo 1941-42), y ha seguido a otra editada con el mismo nombre, que analizaba el período de guerra transcurrido entre el otoño de 1939 al verano de 1941, y que se refería a la transición de una economía de paz a una economía de guerra. El presente volumen, que llega hasta Octubre de 1942, enfoca un mundo que pace frente a una implacable guerra total' en la que las actividades económicas de los ciudadanos de los países beligerantes, y aun de algunos neutrales, están controladas o dirigidas por el Estado.

La obra se inicia con un interesante pero terrible cuadro de la situación económica de los diferentes grandes países, desde mediados de 1941, Epoca en que empieza una segunda fase en la guerra mundial, motivada por la invasión nazi a Rusia; este acontecimiento tiene enormes repercusiones en las económicas de guerra alemana, de los países ocupados por el Eje y de la Unión Soviética. El ataque del Japón a Pearl Harbor, en Diciembre de 1941, lleva a los Estados Unidos a una participación activa en la guerra de cinco continentes, y lo arrastra a su completa movilización económica y a una Producción formidable, en aumento indefinido, que va a significar el derrumbe de la máquina bélica del Eje.

En 1941 Alemania comienza a sentir escasez de mano de obra, por cuanto sus hombres deben luchar en Rusia, o en Africa, o en la defensa del territorio del Reich, que ya sufre intensamente de los bombardeos aéreos. Para afrontar estas necesidades,, se hace trabajar a mujeres, niños y ancianos, se reduce la producción de todo aquello que no se relacione directamente con la guerra, se racionaliza drásticamente la economía, pero sobre todo se buscan trabajadores extranjeros, no sólo los prisioneros de guerra, sino también obreros de los países ocupados; ya en Septiembre de 1941, había en Alemania 2.100,000 trabajadores extranjeros; este numero pasa ahora de 6.000,000, según declaraciones de Goering. Por otra parte, el totalitarismo nacista llega a sus mayores extremos, y desaparece hasta el más leve rasgo de un mercado libre legal en Alemania.

En las naciones ocupadas, la guerra nazi con la U. R . S. S. significó una mayor requisición del material ferroviario lo que ha ocasionado dificultades gravísimas en los transportes, con los consiguientes trastornos en la vida ya Precaria, de los pueblos oprimidos; la producción industrial disminuyó por falta de carbón y de materias primas y por muchos otros motivos; así, en Francia, la industria sólo produjo en 1941, el 40% de lo producido en 1939. La situación alimenticia se fué tornando cada vez peor; las regiones que más han sufrido de hambre son Grecia, parte de Yugoeslavia, Polonia, Rusia ocupada, Bélgica, y en menor grado, pero siempre terriblemente, Holanda y Francia; en todos estos países las raciones de alimentos, insuficientes en calorías, muchísimas veces no pueden ni siquiera obtenerse. La carne y las sustancias grasas han casi desaparecido, y la leche sólo se consigue para los niños de corta edad, en muy ínfima cantidad. En Italia la situación no es mejor, y en Alemania también se empeora, a medida que la guerra se prolonga y que ya no hay regiones que despojar; España sufre Asimismo de falta de alimentos. La mortalidad infantil ha aumentado en un 40%, más o menos, donde quiera que domine la Cruz Swástica; en Grecia, 320,000 muertos se registraron entre Agosto de 1941 a Marzo de 1942; excediendo cinco veces a la mortalidad normal; en Bélgica, la mortalidad en general ha aumentado en un 80% .

Mediante el despojo técnicamente organizado, y con una falsa apariencia de pago; Alemania se ha apoderado de los bienes de los habitantes de los Estados invadidos, e incluso de los de sus aliados, como Rumania o Bulgaria. Las naciones sojuzgadas deben pagar enormes cantidades por supuestos gastos de ocupación; Francia ha pagado 400.000,000 de francos diarios, y después 300.000,000; los alemanes giran contra estas sumas, fijando al marco un valor excesivo, lo que les permite adquirir los productos de los países sometidos a un precio vil, y vender los suyos a un precio muy alto; en realidad nada pagan, pues todo se carga al contribuyente del Estado invadido o protegido, creándose además de la ruina del infortunado Estado, un grave problema financiero con proyecciones tremendas para el futuro.

La Economía soviética estaba preparada en 1941 para afrontar la invasión alemana; su reciente industrialización se había efectuado en los territorios del Este, ricos en recursos naturales, más allá de los Urales; táctica hábil que salvó a la U. R . S. S., y mantuvo su Economía de guerra, a pesar de las perdidas de regiones industriales y Agrícolas, que producían el 50% del hierro, el 60% del carbón y el 85% del azúcar. La política económica china frente a la invasión Japonesa, guarda cierta analogía con la soviética, en los métodos de trasladar, mediante esfuerzos maravillosos, las industrial le los de las zonas de guerra; con ello la mentalidad del pueblo chino seguramente va a transformar se, y se fomentara el progreso de regiones interiores, hasta ahora muy atrasadas. Japón mantiene una Economía cerrada, sometiendo a sus habitantes a severas restricciones; explota y despoja a los 150.000,000 de habitantes de los países ocupados, con un sistema tan implacable como el alemán, pero en todas esas ricas regiones, ha logrado obtener importantes material primas que le faltaban, como caucho, estaño y petróleo, que le permiten abastecerse para una larga guerra.

La propia política económica de América Latina, tiene cambios fundamentales; el comercio con Europa ha quedado . casi paralizado, salvo en países como la Argentina, que continua exportando a Gran Bretaña. Entre 1939 y 1942 duplicaron las exportaciones latinoamericanas a Estados Unidos, y las importaciones de este país a América Latina también han crecido, pero en grado menor. La América Ibera tiende a industrializarse, pero se halla en la imposibilidad de equiparse para muchas nuevas industrias; hay escasez de artículos indispensables que la guerra y la; falta de fletes impiden importar; en cambio, crece el comercio de las naciones latinoamericanas entre sí. Los Estados Unidos auxilian económica y financieramente a diversos países del continente americano, salvándolos de la ruina; les compran a veces la totalidad de algunos de sus productos, con lo cual los lazos de orden económico entre Estados Unidos y las demás naciones de América se tornan muy estrechos.

La mayor parte de las materias primas fundamentales están bajo el control de las Naciones Unidas; sin embargo, las conquistas del Japón han despojado a los aliados del 90% de la producción de las plantaciones de caucho y del 64% de la del estaño; el caucho natural se reemplaza por el sintético, y existen, tanto en Gran Bretaña como en los Estados Unidos, importantes reservas de esa materia; por otra parte, la destrucción de los establecimientos elaboradores del caucho antes de entregarlos al Japón, privara a este de muchas ventajas de sus conquistas. En la, producción de, acero, las Naciones Unidas contaban en 1939 con el. 60%, el resto correspondían al Eje, pero es probable que la producción alemana haya disminuido bastante como consecuencia de los ataques aéreos a la zona del Ruhr; a la inversa, la producción anual norteamericana ha casi duplicado en 1942. Solo el 5% de la producción mundial de petróleo natural, es aprovechable por el Eje, a pesar de la ocupación de las Indias Holandesas, cuyas instalaciones petrolíferas, muy valiosas, fueron destruidas antes de su entrega al invasor. Los aliados se benefician con el 86% de la producción del cobre, el. 93% de la de níquel, pero solo con el 36% de la de estaño.

El control nazi es total sobre la industria europea, la que se dirige desde Berlín considerando únicamente las finalidades guerreras alemanas y sin preocuparse de las necesidades ale los pueblos oprimidos. La eficiencia y la productividad del trabajo sufren tropiezos en los países ocupados por la resistencia pasiva y la debilidad de los obreros que laboran forzadamente en larguísimas jornadas, mal alimentados y sujetos a constantes alarmas aéreas. La reducción de la producción industrial, ya sea por falta de material primas, ya sea por imposiciones alemanas, es enorme en Europa; la industria textil francesa, bajo en 1942 al 15% de la producción en 1938. El imperialismo nazi, en su deseo de encadenar a Europa por mil años, orienta su política hacia la destrucción de las industrias de los países sometidos, a fin de que dependan económicamente del pueblo señor; las pocas industrial que quedaran en aquellos países, estarán. controladas por los consorcios industriales del Reich. En las grandes democracias anglo-sajonas, el intenso impulso industrial ha tenido como efecto social la disminución de los desocupados, cuyo número en Gran Bretaña baja de 1.500,000 en. 1939, a, menos de 150,000 en 1942; también la cesantía decrece en los Estados Unidos, estando en vías de desaparecer, absorbida por la movilización y las faenas bélicas; cabe recordar que en 1933, a la subida del Presidente Roosevelt al poder, los desocupados norteamericanos eran aproximadamente 13.000,000.

La guerra ha aumentado los gastos en los países beligerantes basta cifras astronómicas; aún aquéllos que han dejado de combatir, como Francia, Bélgica, Holanda y otros, pero que están ocupados por Alemania, deben soportar cargas tan fuertes de ocupación, como la de los tiempos en que luchaban; los gastos franceses, que eran de 80,000 millones de francos en 1938,  pasaron  de  258,000  millones en 1942; los de Gran Bretaña crecen de £ 1,068 millones, en 1938-39, a 5,228 millones en 1942-43, o sea, cinco veces, pero es en Estados Unidos donde el crecimiento es más fantástico; de 8,998 millones de dólares en 1939-40, pasan a 80,044 millones en 1942-43, es decir, aumentan diez veces. Los impuestos, a pesar de haber crecido en forma que absorben la casi totalidad de las rentas elevadas, sin embargo, no cubren sino una parte que fluctúa en los países beligerantes entre un cuarto y la mitad de los gastos. Esto supone déficit y falencia, la inflación llevada a proporciones nunca vistas, y presenta una negra perspectiva financiera, y el peligro del caos para el futuro; el estudio de estas cifras provoca una sensación de terror respecto al porvenir del mundo.

A pesar de las medidas gubernamentales y de las duras sanciones a quienes las desobedecen, el costo de la vida ha aumentado mucho en los países ocupados; en la desgraciada Grecia, el alza fué de un 155%, en diez meses; en una encuesta hecha en Francia, un canasto de provisiones, costaba en 1941, tres veces más que en 1939; gran parte de la población para no morirse de hambre, debe recurrir al mercado negro, al cual surten con frecuencia los propios funcionarios nazis de ocupación, cuya honestidad deja bastante que desear; en cambio, en Gran Bretaña, no hay mercado negro; el aprovisionamiento está perfectamente organizado, y las raciones son normales en su poder nutritivo.

El problema de los transportes es importantísimo; para las Naciones Unidas, el mar es la única vía de comunicación, que tiene que pacer frente a una feroz campana submarina; los hundimientos superaron a las nuevas construcciones hasta mediados de 1942, pero ahora, debido al formidable esfuerzo de los Estados Unidos y a los, éxitos en la lucha contra los submarinos, el tonelaje de los nuevos barcos, sobrepasa bastante al de los hundidos. En la Europa dominada por Hitler, el transporte se realiza principal mente por ferrocarril; la escasez de combustible impide hacerlo por camiones, y el bloqueo aliado perturba el tráfico marítimo, incluso al costero. Al termino de la guerra, la restauración de la Europa, va a tropezar con serios retardos, a causa de la insuficiencia de los transportes.

El bienestar, las comodidades, las distracciones, pan desaparecido de la vida de los habitantes de Europa, y el cuadro que presentan las regiones invadidas es tétrico; miseria, hambre, enfermedades, terror, esclavitud; deportaciones en masa, los pueblos desarticulados, las familias dispersadas; campos de concentración por todas partes, ejecución de rehenes inocentes, asesinatos de millones de judíos, el tercio de la población israelita de Polonia. Larga y difícil tendrá que ser la obra de la reconstrucción; a todo esto  habrá que agregar la complicada situación financiera por las deudas incalculables de las diversas naciones, que no podrán cancelarse jamás.

La lectura del ensayo de la Sociedad de las Naciones, objeto de estos comentarios, nos pace meditar, con no poca ansiedad, en las pavorosas perturbaciones económico-sociales que ha creado la guerra actual, y a las que acompañan hondas complicaciones de orden moral. Para su solución será necesaria la más completa cooperación internacional, en la que deberán participar todas las naciones del orbe sin excepción, y en especial, las del continente americano.