panorama europeo

Por fin, Herr Bruening, jefe del Gabinete alemán, ha declarado que Alemania no podrá seguir pagando las reparaciones. Aunque, en cierto modo, esta declaración era esperada por todo el mundo, ha provocado alboroto en el escenario político-europeo. Francia, avara y temerosa de perder una superioridad que siente inestable, ha reaccionado defensivamente y ha empezado por despedir– con mucha cortesía, claro– a M. Briand, cuya política no satisfacía por completo el chauvinismo agresivo de la mayoría de sus compatriotas. En su lugar ha quedado el propio M. Laval, premier del Gabinete, quien anuncia una política internacional más enérgica y más anti-alemana. La actitud del Gobierno francés frente a la falencia alemana ya se ha definido y se limita a conceder una nueva moratoria de un año manteniendo la intangibilidad del plan Young. Inglaterra lleva su generosidad más allá y desea una moratoria de dos años por lo menos. En cambio, los Estados Unidos quieren desentenderse de la situación europea y seguir cobrando las deudas de guerra. Frente a esta disparidad y a esta ceguera, la actitud de Mussolini resulta la mayor comprensión política al propiciar un de mayor comprensión política al propiciar un un editorial de “Popolo d'Italia”, escrito, según aseguran, por Mussolini, se habla francamente de la necesidad de condonar las reparaciones y deudas de guerra. En caso contrario, dice el mencionado editorial, Europa irá hacia el abismo. Es evidente que Mussolini, o el que sea el autor del editorial, exagera un tanto al dar a las reparaciones una importancia tan absolutamente decisiva en el porvenir europeo. Lo más probable es que, aun cuando se resuelva dicho asunto, la situación occidental siga casi tan angustiada como ahora. A pesar de toda su importancia, el problema de las reparaciones es sólo una de los tantos que resultan de la crisis estructural de las instituciones de Occidente. Y así, ya se habla de postergar la conferencia sobre reparaciones que debía efectuarse en Lausanne, el 25 de este mes de Enero. Habría que dar tiempo para que Francia e Inglaterra unifiquen sus puntos de vista y presenten en ella una actitud común. Pero este acuerdo es difícil de lograr porque las divergencias entre ambas naciones se profundizan cada día. Francia domina hoy en Europa con una amplitud que sólo guarda parecido con la de la época napoleónica. Y es sabido que, cuando Francia logra preponderancia continental, sus intereses van a chocar fatalmente con Inglaterra, su aliada de ayer y su enemiga de siempre. En tanto que sus acreedores no se deciden a sacarle por completo la soga del cuello, Alemania se inclina hacia los partidos extremos. ¿Comunismo o fascismo? Dilema de difícil solución. A juzgar por las informaciones de la United Press– que son siempre de una imparcialidad muy sospechosa– las mayores probabilidades de triunfo están de parte del fascismo alemán encabezado por Hitler. El hecho innegable es que la reelección de Hindenburg sería lo único que podría salvar al actual Gobierno socialista– parece muy difícil. Y cualquiera que sea el resultado de la nueva elección, ha de ocasionar un cambio decisivo en la política alemana. Con lo cual la situación general de Europa, y del mundo entero, adquirirá una gravedad más aguda aun que la actual.

S. U.