El Secretario General interino de la Sociedad de las Naciones, Mr. Lester, de nacionalidad irlandesa, acaba de publicar en Ginebra un interesante informe sobre las actividades de la Sociedad entre 1941 y 1942; en el se enumeran los trabajos que, a pesar de la guerra, realiza la Sociedad en el orden técnico (económico, financiero, social y humanitario), tanto en su sede central de Ginebra como en los servicios que provisionalmente han sido trasladados a Princeton, en los Estados Unidos. Además, la Sociedad de las Naciones ha continuado con sus publicaciones universalmente conocidas, entre las que merecen citarse el Boletín y el Anuario Estadístico y el ultimo estudio de la Situación Económica Mundial, que comprende el periodo transcurrido desde el comienzo de la guerra, hasta mediados de 1941.

El informe referido se inicia con una introducción, de la cual se reproducen a continuación los siguientes párrafos:

'Cuando la guerra termine, varios continentes habrán sido devastados; muchos países habrán sufrido la ocupación de tropas extranjeras; el hambre habrá debilitado a las poblaciones; los rodajes económicos normales del mundo entero habrán sido destruidos; la salud de millones de seres habrá sido minada; la producción mundial habrá cambiado de carácter, por cuanto los recursos industriales se consagran más y más a los armamentos, mientras que se desarrolla la producción artificial y forzada de sustitutos. Muchos países se habrán encontrado virtualmente sin Gobierno nacional durante largo periodo; los trastornos sociales serán inevitables; fronteras y poblaciones habrán sido desplazadas, con frecuencia más de una vez; los transportes estarán desorganizados en ciertas regiones, y en otras, reorganizados en sectores netamente separados. En fin, por sobre todo, el mundo estará dividido por el odio y el espíritu de venganza. 'Las cuestiones que deberán resolverse serán inmensas. A los problemas de las necesidades inmediatas de las poblaciones y de la reconstrucción interior en los diversos países vendrá a agregarse la cuestión del porvenir de la cooperación internacional. ¿Que podrá hacerse para reorganizar al mundo y a las naciones, en forma que se impida la propagación de otra conflagración, como se han propagado las dos guerras mundiales, con todo su cortejo de miserias, de tragedias y de destrucción?.

'Treinta y seis Estados, inclusos todas las grandes potencias del mundo, están ahora implicadas en la guerra total; una docena de otros países están en una situación de no beligerancia y de prebeligerancia, mientras que algunos se aferran todavía a una neutralidad no asegurada, como tantos otros trataron de ensayar en el pasado.

'La paz, y la naturaleza de la paz que deberá hacerse, dependen, sin dada en primer lugar de la abnegación, de los sacrificios y de la organización que pueden servir para terminar la guerra. En las circunstancias actuales, los hombres de Estado y los Gobiernos no se deciden a hacer declaraciones precisas respecto a la forma y a la configuración que dan al mundo cuando la guerra termine. Quizás no lo saben todavía Ha sido prudente evitar una cristalización prematura en formulas apresuradas. Sin embargo, en el curso de los doce últimos meses, los pensadores, los hombres políticos, los Gobiernos, han comenzado a vislumbrar la forma que tomara el porvenir. En una elocución pronunciada el 22 de Julio de 1941, cuando los Estados Unidos eran aun la más grande potencia neutral del mundo, el señor Summer Welles, Secretario de Estado interino, se refirió directamente a la Sociedad de las Naciones en los siguientes términos: 'Al final de la ultima guerra, un gran Presidente de los Estados Unidos ha dado su vida en la lucha emprendida para la realización de la visión emprendida que había hecho brillar ante los ojos de la humanidad dolorida, la visión de un mundo ordenado, regido por el Derecho. 'La Sociedad de las Naciones, tal como él la concebía, ha fracasado, en parte, a causa del egoísmo ciego de ciertos hombres, aquí en los Estados Unidos, y en otras partes del mundo; ha fracasado porque ciertas potencias la han utilizado principalmente para sus ambiciones políticas y comerciales; pero ha fracasado sobre todo porque aquellos que dominaban en sus Consejos la han obligado a servir al mantenimiento del stato que. Ella no ha podido obrar jamás, del modo que lo deseaba su principal defensor, como un instrumento flexible a imparcial destinado a realizar ajustes pacíficos y equitativos entre las naciones.

'Es incontestable que será necesario encontrar un instrumento adecuado para proceder a estos ajustes, cuando las naciones emprendan de nuevo la tarea de restablecer el derecho y el orden en un mundo desastrosamente debilitado.

'Cualquiera que sea el mecanismo que pueda crearse, estoy profundamente convencido de dos cosas: en primer lugar, la abolición de los armamentos ofensivos, y la limitación y la reducción de los armamentos defensivos y de los instrumentos que permiten su fabricación no podrán realizarse sino mediante una forma rígida de vigilancia y de control internacionales; sin este control practico y esencial, ningún desarme real podrá operarse; en segundo lugar, ninguna paz futura será viable o duradera sino establece de un modo completo y adecuado los derechos naturales de todos los pueblos a un goce igual de los bienes económicos. En tanto que un pueblo o un Gobierno posee el monopolio de recursos naturales o de material primal que otros pueblos necesiten, no podrán existir bases para un orden mundial fundado en la justicia y en la paz '.

'Un mes más tarde, cuando todavía los Estados Unidos eran neutrales, su Presidente y el primer Ministro del Reino Unido publicaron la 'Carta del Atlántico '. Este texto bien conocido enunciaba los principios fundamentales de reconstrucción política y económica.

'Hay todavía otras declaraciones importantes. Tres Mensajes de Navidad ha publicado el Papa desde el comienzo de la presente guerra. El mensaje de Navidad de 1941, resume en cinco puntos las condiciones esenciales de un 'orden nuevo fundado en los principios morales '. Mientras que el primer punto insiste sobre el derecho de cada nación, grande o pequeña, a su 'libertad ', a su 'integridad' y a su 'seguridad', y el tercer punto sobre la solución 'metódica y progresiva, con la garantía necesaria', de la cuestión de la participación de todas las naciones a las 'fuentes económicas y a las materias de uso común'; el cuarto punto subraya la importancia de una 'limitación progresiva y adecuada de los armamentos' y de 'instituciones que se consagren a la muy noble misión de garantizar la sincera ejecución de los tratados o de aportar, según los principios del derecho y de la equidad, las rectificaciones o las revisiones oportunas '.

'Se ha hablado a menudo, con satisfacción, o con pena, de la muerte de la Sociedad de las Naciones. Los partidarios del orden internacional se han desalentado por el fracaso del primer gran esfuerzo intentado con el fin de mantener la Paz. Como fuerza política activa la Sociedad de las Naciones esta casi inexistente desde hace varios años. No obstante, continua viviendo, como centro de acción y de estudios en los campos económicos, financieros, social y humanitario, y como instrumento de reconstrucción, en los limites de los recursos que le acuerdan los Estados; igualmente podrá ser utilizada. Para el restablecimiento de la cooperación entre las naciones.

'La Oficina Internacional del Trabajo continua con coraje su tarea, apoyándose en la confianza de obreros y patrones organizados, para finalidades útiles y elevadas. La Corte Permanente de Justicia Internacional ha dejado a La Haya después de la invasión; su actividad esta suspendida, pero su organización subsiste.

'Todas estas organizaciones de la Sociedad de las Naciones continúan pues existiendo. Cuando las circunstancias se presten a ello, podrán desempeñar respectivamente su papel en la reconstrucción del mundo o servir de base para la edificación del orden nuevo.

'El espíritu político y el buen sentido de todas las clases pueden con el tiempo, liberar, en cierta medida, al mundo de la necesidad, asegurando paralelamente las libertades humanas y permitiendo la vida espiritual, sin las cuales la humanidad es bien poca cosa. Pero si el buen sentido y el espíritu político no pueden igualmente contribuir a la implantación de una paz internacional duradera, edificando un sistema bastante fuerte para mantener la ley y bastante flexible para asegurar la equidad, todo lo demás será siempre precario y bajo la amenaza de otro desastre.

'Algunos hombres de Estado han recogido las enseñanzas de la primera etapa de la gran experiencia internacional, pero se comprueban igualmente en los pueblos síntomas de una convicción y de una determinación que renacen. Las grandes potencias han sido censuradas por el fracaso con que se ha cerrado esta primera etapa. ¿Cuál es el Estado que en cierto momento y en cierta medida no ha tenido su parte en esta responsabilidad- se ha censurado a los dirigentes, pero los pueblos no podrían escapar enteramente a esta censura. Ellos se han creído demasiado fácilmente fuera de peligro; tuvieron la ilusión de que vivían aislados, si no en la prosperidad, al menos en seguridad, y se complacían en la convicción superficial de que el incendio podía asolar a países extranjeros o a continentes lejanos, sin que la vida dejara de ser apacible para ellos; han escuchado con preferencia a aquellos que se burlaban de la idea de la interdependencia y de la responsabilidad internacionales, de la indivisibilidad de la paz; cuando, aquí o allá, un hombre de Estado de espíritu severamente realista arriesgaba su carrera política defendiendo esta idea, era muy a menudo tratado desdeñosamente de idealista o de soñador. De este modo, los pueblos mismos, tienen en definitiva, su parte de responsabilidad en la catástrofe que los ha golpeado y a la cual hoy hacen frente con un coraje, una firmeza y una determinación formidables.

'La paz debe organizarse. La forma que revestirá su organización será probablemente diversa de la que ha caracterizado la primera etapa de la experiencia. Pero aun cuando la forma sea o no semejante, el contenido será diferente. De diversos sectores se piensa y se trabaja en organizaciones regionales o continentales. Se ha hablado de Federaciones, de Uniones, y se ha comenzado, aquí y allá, a constituir los núcleos de agrupaciones de este genero. Todo el trabajo referente a la forma de 15 organización va en la buena dirección, lo mismo que la búsqueda de la seguridad y de la salud económica. Sin embargo, aun cuando los gobiernos se decidan en favor de una solución parcial en este sentido, ella será solamente una solución parcial, no estará definitivamente asegurada sino dentro del cuadro de una organización universal.

'En las relaciones entre las naciones deben regir el derecho y la justicia; pero detrás del derecho y de la justicia, debe encontrarse la fuerza económica y militar; esta fuerza no puede asegurarse sino reposa en la voluntad de los pueblos y en su convicción de que el mantenimiento de la paz merece sacrificios. El mecanismo que, entre las dos guerras, ha servido para la primera experiencia no era defectuoso en si mismo; era de buena calidad y sus rodajes podrían en gran medida utilizarse para la obra de reedificación y de reconstrucción según los nuevos planes que surjan. La Sociedad de las Naciones se ha mantenido con vida; varias naciones han dejado la organización porque esta representaba ciertas cosas contrarias a su política o a lo que estimaban que eran sus intereses; algunas naciones han podido alejarse de la Sociedad: porque sentían respecto a ella temores o dudas, pero para las otras, y para muchas gentes en todos los países, ella subsiste como una esperanza o como una promesa para el futuro.

'Las organizaciones internacionales deben no solamente mantener su actividad en la medida compatible con el estado de guerra y con su situación financiera, sino también prepararse, como ellas lo han intentado en los limites de lo medios, para facilitar la solución de los vastos problemas que el futuro presentara a los gobiernos. La imprevisión puede después de la guerra, hacer más victimas que la guerra misma '.