Introducción

La Tercera Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, realizada en Río de Janeiro en Enero del año en curso, encomendó al Comité Jurídico Interamericano, en la Resolución XXV, la tarea de formular recomendaciones especificas sobre la organización internacional para después de la guerra, tanto en el campo Jurídico como en el político y en el de la seguridad internacional.

Teniendo en cuenta la doble limitación que le imponen el momento y las circunstancias actuales, el Comité consideró prematuro formular desde ahora recomendaciones especificas y estimo conveniente iniciar sus trabajos en cuanto a dicha Resolución, con esta Recomendación Preliminar, en la cual se exponen ciertas ideas de carácter fundamental para establecer y mantener la paz y el orden internacionales.

Esas ideas deben basarse, necesariamente, en la experiencia suministrada por el pasado, y al efecto, se estudio, en la primera parte de esta Recomendación, la deformación de la doctrina pura y sana del Derecho Internacional, deformación que se venia realizando lentamente desde un cierto período anterior a la primera guerra mundial, hasta el aparecimiento de las falsas ideologías creadas por las Potencias agresoras con el deliberado propósito de satisfacer sus apetitos de expansión a costa de los sagrados intereses de Estados y pueblos más débiles; fueron examinados los fenómenos políticos, económicos y sociales anteriores a 1914, que pueden considerarse como factores, en gran parte de la gran guerra mundial, terminada aparentemente en 1918; se estudiaron también las causal de la guerra actual, muchas de las cuales son las mismas que produjeron el anterior conflicto; finalmente se esbozo un análisis de los motivos del fracaso de la Sociedad de Naciones en la consecución de los fines esenciales del Pacto.

En la segúnda parte de la Recomendación se formulan las conclusiones fundamentales que deberán orientar la acción de los Estados en, la restauración del Derecho y del orden para después de la guerra.

Para realizar este trabajo, el Comité tomo en consideración las normal enunciadas en la 'Reafirmación de Principios Fundamentales de Derecho Internacional' que elaboró en cumplimiento de la Resolución XXVIII de la Tercera Reunión de Consulta, y que fué presentada a los Gobiernos en 2 de Junio último con la sugestión de que sea suscrita por todos ellos, pues el Comité estima que a la luz de los principios fundamentales adoptados por las Repúblicas Americanas, podrá encontrarse la base para una paz justa y permanente. También se tuvo en cuenta la Resolución XXXV, en la cual la misma Reunión de consulta, al tomar conocimiento de la 'Carta del Atlántico' y expresar al Presidente Roosevelt satisfacción por haber incluido en ella principios que hacen parte del patrimonio Jurídico de América, señaló la directriz ideológica que debe, guiar a los Estados del Hemisferio Occidental en la búsqueda de soluciones para los problemas de la post-guerra.

Tampoco ha perdido de vista el Comité, el hecho de que la cooperación de todos los Estados para alcanzar el objetivo supremo de una paz permanente y justa, requiere la aceptación de la responsabilidad proporcional de cada uno, en la ejecución de un plan de naturaleza progresiva, en el que serán consideradas primeramente las soluciones que no podrán ser aplazadas-como las que se refieren al complejo problema del período de transición entre el fin de las hostilidades y un estado definitivo de paz-y en el que se deje margen para la evolución y adaptación de otras soluciones de carácter definitivo, tales como el establecimiento del mecanismo por medio del cual se ejercerá la acción de la Comunidad de Naciones para alcanzar una paz basada en la seguridad colectiva y garantizada por la defensa cooperativa.

Asimismo es de notar que en el análisis de las causas de ambas guerras se siguió un orden y se adopto una clasificación que responden mas bien a una razón de método y de claridad en la exposición, pues es indiscutible que muchos de los factores analizados actuaron en forma conjunta en sus aspectos políticos, económicos y sociales, para determinar el quebrantamiento del orden internacional. Esa misma relación de interdependencia de las diversas causas de guerra, y el deseo de efectuar en lo posible un trabajo suficientemente completo, exigieron un examen general de los factores económicos cuyo estudio especifico corresponde al Comité Consultivo Económico Financiero Interamericano.

El Comité Jurídico Interamericano tiene la intención de estudiar y formular mas tarde recomendaciones especificas para desarrollar y aplicar las ideas generales expuestas en la segúnda parte de esta Recomendación Preliminar. Para ello tendrá en cuenta las sugestiones e iniciativas que los Gobiernos llegaron a presentar de acuerdo con los términos de la Resolución XXV.

Mientras tanto, la presente Recomendación es sometida a los Gobiernos de las Repúblicas Americanas con la esperanza de que pueda contribuir a crear una cierta uniformidad en sus puntos de vista con relación a la organización de la postguerra, pues el Comité estima que es de toda conveniencia que aquellos determinen desde ahora una línea general de conducta, a fin de que en el momento preciso puedan presentarse unidos y solidarios para apreciar y resolver todos los problemas y para asumir las consiguientes responsabilidades.

Factores que contribuyeron a perturbar la paz y el orden internacionales

I. Limitaciones del Derecho Internacional antes de 1920

a) Teoría del Derecho Internacional 'positivo'.- En los años que precedieron a la guerra de 1914, la teoría general del Derecho Internacional se asentaba sobre premisas falsas. Los primeros escritores de Derecho Internacional, y los teólogos españoles, y otros autores, como Gentilis y Grocio, a pesar de que en su tiempo la conducta de los Estados se apartaba bastante de las normas morales, parecen haber tenido una clara concepción de la base moral del Derecho Internacional, en el sentido de que reconocían la existencia de un Derecho Natural racionalmente aplicable a las relaciones entre Estados. Posteriormente, otros autores como Vattel, en el siglo XVIII, contribuyeron a desarrollar la idea de ajustar los principios morales a la conducta real de que cada Estado es juez de su propia conducta moral. A. fines del siglo XIX había la tendencia, por parte de muchos autores, para adoptar lo que se llamaba una actitud 'positiva' en relación con el Derecho Internacional. Esos autores abandonaron, casi completamente, la tarea de formular normas morales por las cuales el proceder de las naciones pudiera ser juzgado; y, por el contrario, establecieron una norma pragmática conforme a la cual, la conducta de los Estados, según se manifestaba en los usos y costumbres y en los tratados, constituía el único Derecho Internacional valido. El resultado fué que los adeptos a esa teoría llegaron a determinar la existencia de regla s de Derecho Internacional guiándose por la conducta de las naciones, en lugar de juzgar la conducta de estas conforme a los principios de Derecho.

 

Después de la primera guerra mundial, se ha sostenido la necesidad de una nueva teoría del Derecho Internacional y se ha tratado de asignarle no solo la función de establecer las reglas existentes sino también la de armonizar sus normas con un más alto nivel de justicia internacional y una mejor organización de la comunidad de naciones. Pero con todo, continuo la tendencia al predominio de la voluntad de cada Estado sobre los principios fundamentales de Derecho Internacional.

 

b) El uso de la fuerza se consideraba legítimo pare reivindicar derechos y obtener reparaciones.- Esta inadecuada concepción del Derecho Internacional condujo a la admisión del principio de que cuando se producía una controversia, y los métodos de negociación directa resultaban ineficaces, cada una de las partes podía hacerse justicia por sí misma, y emplear la fuerza para obtener satisfacción de sus pretendidos derechos. Una vez resuelto que estaban en juego intereses vitales de la nación, el Estado reclamante podía 'defenderlos ', por cualesquiera medios que estuvieran a su alcance. La guerra era, Así, última ratio de los Estados organizados como había sido última ratio de los reyes y de los príncipes en siglos pasados. Una vez iniciadas las hostilidades entraban en acción las llamadas 'leyes de la guerra', que consagraban los derechos y deberes de los beligerantes y reglamentaban su conducta. Estas leyes de la guerra eran violadas constantemente a consecuencia de la continua invención de nuevos instrumentos bélicos y de la creación de nuevas condiciones, que inducían a los beligerantes a considerar inaplicables las reglas ya existentes.

 

c) Alcance limitado de los recursos para la solución pacífica de los conflictos internacionales.- Durante las últimas décadas del siglo XIX, y a la primera del XX, fueron concluidos numerosos tratados en los cuales se estipulaba el arbitraje como medio de solucionar las controversial internacionales. Pero a consecuencia del papel, primordial que tenia la voluntad de los Estados sobre los principios fundamentales de Derecho Internacional, esos tratados tuvieron un carácter limitado y contenían, con pocas excepciones, una cláusula en virtud de la cual se excluían de la obligación contraída, las disputas que afectaban el honor nacional o los intereses vitales del país. Con el use irrestricto de esa excusa, quedaban las partes contratantes en libertad de arbitrar solo las controversial que quisieran, con lo cual veíanse excluídas, justamente, aquellas cuya solución era mas necesaria para evitar la guerra. Por otra parte, muchos de esos tratados, los llamados de arbitraje voluntario, tenían también la deficiencia de requerir, al ser puestos cii ejecución, un nuevo acuerdo para poner en mar cha el recurso, designar los árbitros y determinar el procedimiento que habría de seguirse, todo lo cual hacia aun más precario el buen éxito de aquel.

 

Después de la creación de la Sociedad de Naciones, pudo notarse un considerable aumento en el número de tratados de arbitraje. Pero en cuanto a la aplicación del recurso y a la amplitud que se le atribuía, fuera de los que se logro en determinados casos, sobre todo en América, los Estados recurrían al arbitraje solamente para el arreglo de cuestiones secundarias. Así, la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, solo ha conocido, desde su creación, un reducido número de casos, todos ellos de importancia relativa.

 

El propio Tribunal Permanente de Justicia Internacional, a pesar de sus innegables realizaciones, no ha podido, por su competencia limitada, corresponder a las verdaderas, necesidades internacionales.

 

d) El principio de Neutralidad.- Al aceptar la legitimidad del recurso a la guerra, el Derecho Internacional clásico ya reconocía a los terceros Estados la facultad de no tomar parte en la controversia y de mantenerse alejados del conflicto. No existía una comunidad organizada de naciones que garantizara la independencia y la integridad de sus miembros; los Estados no tenían obligación alguna de acudir en auxilio de la victima de una agresión, ni de distinguir entre los beligerantes según observaran o no las normas internacionales de conducta; y cuando lo hacían, era porque sus propios intereses se encontraban directamente afectados. Con frecuencia mas bien veían en la guerra una oportunidad para obtener ventajas que compensaran en algún grado las perdidas causadas por la aplicación de las reglas del contrabando de guerra y del bloqueo.

 

El exceso de los beligerantes en el ejercicio de sus derechos y la violación flagrante de sus deberes para con los Estados neutrales, así como la pugna entre estos y aquellos; los primeros para extender ilimitadamente el alcance de las reglas del bloqueo y del contrabando de guerra, y los segúndos para no aceptar interferencias de los beligerantes en el comercio neutral, llevo a participar en la guerra de 1914 a algunos Estados neutrales. Pero en tales casos, y con muy raras excepciones, el Estado neutral procedía, preferentemente, no en defensa de los principios del Derecho Internacional y del orden, sino en defensa de sus intereses nacionales.

 

Después de la primera guerra mundial, el Pacto de la Sociedad de Naciones creo una organización internacional basada en un sistema de seguridad colectiva, que preveía la aplicación de diversas clases de sanciones a los violadores de los principios contenidos en aquel, y establecía el principio de la responsabilidad común para el mantenimiento de la paz internacional. Pero aquella concepción de neutralidad subsistió, a pesar de ser incompatible con los nuevos principios. En ello influyo la actitud de aislamiento de algunas Potencias, en cuyos pueblos, y gobiernos prevaleció, sobre la acción que les incumbía como miembros de la comunidad de naciones, la política de la propia seguridad nacional. Además, esa actitud fundada en justificables objetivos de orden interno, estimulo indirectamente a los agresores. Por otra parte, ya anteriormente esa política de neutralidad así entendida, había servido de pretexto para que determinados Estados, miembros de la Liga, rehusaran aplicar las sanciones previstas en el Pacto, fundados en que éstas fracasarían en paste, con la continuidad del comercio entre las Potencias neutrales y los agresores.

 

e) La soberanía irrestricta.- El concepto de la soberanía ilimitada ha sido uno de los principales obstáculos para lograr la cooperación internacional efectiva. En el orden de las naciones la soberanía ilimitada es análoga al use irrestricto de la libertad individual en el orden privado. En uno y otro caso, la anarquía y el desorden pueden ser la lógica consecuencia.

 

Los Estados, antes de la guerra de 1914, si en teoría reconocían ciertas limitaciones a la llamada soberanía absoluta, en la practica procedían de distinto modo. Eran jueces de sus propias disputas, y a su arbitrio apelaban a la fuerza para imponer lo que juzgaban ser sus derechos. La idea de interdependencia casi no influía en la conducta de las naciones.

 

Después de la primera guerra mundial, los principios contenidos en el Pacto de la Sociedad de Naciones, especialmente el de la responsabilidad colectiva para el mantenimiento de la paz internacional, y la consagración como regla, de que la negativa de un Estado para arbitrar una controversia y el recurso a la guerra constituía un hecho ofensivo a todos los miembros de la Liga, restringían la absoluta soberanía de estos en provecho del bienestar general. Pero no obstante, prevaleció siempre el concepto de la soberanía ilimitada, el cual redujo la eficacia de la Sociedad de Naciones, por ser en si mismo un motivo constante de posibles choques entre los Estados, que lleva fácilmente a la violación de los derechos de los demás.

II. Deficiencias de la organización internacional

a) Ausencia de una organización internacional efectiva antes de 1920.- En las vísperas de la guerra mundial de 1914, el conjunto de usos y costumbres y de previsiones de los tratados a que se llamaba 'Derecho Internacional', estaba muy lejos de corresponder al concepto, de 'Derecho' reconocido por cada Estado en particular. Las reglas elaboradas que los constituían, se referían solo a derechos y deberes de menor importancia. Los intereses políticos y económicos, vitales para los Estados, estaban fuera de ese Derecho.

 

La guerra era un procedimiento legitimo, y los esfuerzos de las Conferencias Internacionales como las de La Haya de 1899 y de 1907, tendieron a reglamentarla, pero nunca pensaron en prohibirla. La comunidad de naciones se hallaba tan débilmente organizada, que cuando ocurrían situaciones críticas, los Gobiernos en controversia solo podían entenderse a distancia, y en una atmósfera de animosidad, mientras que las demás naciones observaban indiferentes el desarrollo de la crisis con la sensación de su impotencia, para prevenir la inminente catástrofe. No existía ningún sistema organizado capaz de prevenir o de evitar un conflicto. Tampoco había un mecanismo de consulta que permitiese a las Cancillerías llevar a cabo negociaciones más allá de lo que era posible mediante la gestión diplomática ordinaria.

 

b) La Sociedad de las Naciones.- La enseñanza de la guerra de 1914 no pasó inadvertida para algunos de los principales estadistas de las Potencias aliadas. El Presidente Wilson, después de proclamar sus 'Catorce Puntos' para una paz justa trató de crear una organización mundial cuya función básica era la de 'promover la cooperación entre los Estados y mantener la paz y la seguridad internacionales '. El Derecho Internacional entró en una nueva fase en la cual el conjunto de los Estados, organizado en una Sociedad de Naciones, asumía la responsabilidad de asegurar la paz.

 

Pero Estados Unidos, a pesar de que el Presidente Wilson fué quien más se empeñó en el establecimiento de la Sociedad, rehusó cooperar con ella, y así, desde el principio la institución careció del apoyo de uno de los miembros de la comunidad cuya colaboración era mas necesaria para su eficaz funcionamiento. Además, otros Estados importantes no siempre cooperaron en la obra de la Sociedad de las Naciones, bien por haber ingresado a esta con posterioridad a su creación, o por haber dejado de ser miembros después de un período mas o menos prolongado.

 

La principal causa del fracaso de la Sociedad de las Naciones fué su falta de universalidad. Desde sus comienzos, fué una institución mutilada que carecía del elemento indispensable - participación de todos los Estados - para llevar a cabo la realización del juego armonioso de los principios de estabilidad y de cambio pacifico, que es primordial para el mantenimiento de la paz. Cuando se produjeron las situaciones criticas de la segúnda década de las actividades de aquella, se hizo aún mas de manifiesto cuan esencial era la universalidad.

Los defectos de organización de la Sociedad de las Naciones pudieron tal vez haber sido aminorados, si sus miembros hubiesen apoyado mas efectivamente los principios. Pero lejos de ello, la política de las Grandes Potencias se reflejaba en la acción de Ginebra, y, en algunos casos, bien pudo decirse que esta política parecía prevalecer sobre el espíritu del Pacto. Los arreglos de Locarno, por ejemplo, en vez de gravitar alrededor de la Sociedad y de completarla, fueron, en cierto sentido, inspirados en un proceso inverso; es decir, hacían gravitar aquella en torno a Locarno.

 

Por otra parte, las mismas Grandes Potencias concebían la finalidad de la Sociedad mas en términos de mantener el statu quo , que en términos de promover el bienestar de la comunidad de naciones. El Pacto, en su artículo 19, preveía el procedimiento para efectuar cambios pacíficos en el orden internacional. Pero la regla de la unanimidad que hacia casi imposible la aplicación de aquel artículo, impidió que tan importante función pudiera ser realizada.

 

Como consecuencia de las funciones limitadas de la Sociedad de las Naciones, su evolución hacia una organización realmente capaz de asegurar la paz, se verificaba con lentitud, y, al fin, ceso por completo. La paz se concebía como una condición estática y no como un proceso dinámico. Era considerada en términos negativos, como la ausencia de la guerra, en vez de ser contemplada en términos positivos, como un proceso continuo para proteger los derechos de la humanidad y satisfacer sus necesidades.

 

c) El fracaso del sistema de seguridad colectiva.- El derecho y el orden reclaman, primero que todo, la supresión de la violencia, o sea la condenación absoluta del recurso a la guerra como medio de reivindicar derechos y como instrumento de política nacional; pero exigen, además, la existencia de una responsabilidad colectiva, compartida por toda la comunidad de naciones para impedir o sancionar las agresiones y para acudir en auxilio del agredido, y una maquinaria eficaz para la resolución pacifica de las disputas internacionales. La ineficacia de la Sociedad para realizar estos objetivos hizo ilusoria la 'seguridad colectiva', que había sido erigida en piedra angular del sistema. Los Estados volvieron a considerar su seguridad nacional amenazada, mas por los riesgos de un ataque directo, que por el desmoronamiento general de la ley y del orden.. De esta manera, y no obstante voces aisladas que claramente se pronunciaron por la justicia y el decoro internacionales, fué posible que los principales miembros de la Sociedad de las Naciones consintieran en que el Japón violara la integridad de China en 1931, con la invasión de Manchuria; y, nuevamente, fué posible que nada efectivo se hiciera para constreñir a Italia a no invadir Etiopia en 1935. El flagrante desafío al derecho y al orden por parte de Japón a Italia, y el temporal éxito que tuvieron al recurrir a los procedimientos violentos, causaron el descrédito definitivo de todo el sistema de seguridad colectiva, de tal manera que la anexión de Austria no encontró resistencia alguna por parte de la Sociedad de las Naciones ; y el desmembramiento de Checoeslovaquia se consumo sin que la cuestión fuera llevada ante aquella. Cuando Alemania repudio abiertamente, en Marzo de 1939, el acuerdo apaciguador de Munich, era va tarde para detener al agresor. La confianza en la acción colectiva había desaparecido en tal forma, que no hubiera sido posible crear un frente unido para la defensa del Derecho y del orden. Cada nación se vió obligada a atender a la propia seguridad y en ese sentido se oriento la política de los países amenazados de guerra hasta la irrupción de esta. Después, la invasión de los Estados Bálticos por Rusia, fué consecuencia lógica del éxito obtenido por los agresores.

III. Factores políticos

a) El sistema del equilibrio político.- Ante la carencia de toda noción de seguridad colectiva, la organización política internacional anterior al establecimiento de la Sociedad de Naciones estaba basada en lo que se llamo el equilibrio de las Potencias, que fué un sistema que se desarrollo naturalmente con. La finalidad de que ningún Estado o grupo de Estados pudiera ser más fuerte que otro Estado a otros grupos de Estados. Alianzas y contra-alianzas eran concertadas para tratar de mantener en pie lo que era intrínsecamente inestable. Pero el fiel de la balanza estaba en constante oscilación, y nuevas coaliciones eran necesarias.

 

En estas condiciones, el antagonismo, la desconfianza y el temor de ser atacado, caracterizaban las relaciones normales entre los Estados. El equilibrio de las Potencias no implicaba ninguna idea de justicia, y al hacer de la proporcionalidad del poder un principio político, asentaba necesariamente las relaciones internacionales en la idea de fuerza y dividía los Estados en campos hostiles.

 

Muy lejos estaba de asegurarse por este medio la paz permanente; y si se conseguía evitar los conflictos de poca magnitud a costa de mantener al mundo en un estado de paz armada, en cambio, cuando la guerra llegaba a producirse, se hacia más general y más devastadora.

 

El consiguiente relajamiento de la confianza desmoralizó por completo las relaciones entre las Grandes Potencias, a hizo inevitables los conflictos. En este sentido, puede decirse que la guerra de 1914 no fué tanto el resultado de la actitud deliberada de un Estado en particular, cuanto la consecuencia de un sistema internacional defectuoso que contenía en si mismo los elementos de su propia disolución.

 

b) La competencia de armamentos.- La política del 'equilibrio de poder', y la ausencia de toda responsabilidad por parte de la comunidad de naciones para la protección de cada uno de 'sus miembros, dio origen a la competencia armamentista. Cada Estado tenía que defender su propia independencia y sus propios intereses. Cada Estado tenia que confiar en sus propias fuerzas armadas para imponer sus reivindicaciones a los demás. La diplomacia era eficaz únicamente en proporción al poder naval y militar del respectivo Estado. Todas las negociaciones delicadas se llevaban a cabo dentro de la atmósfera de lo que se llamaba 'política de prestigio y de fuerza'.

 

Los armamentos originalmente creados por razones defensivas, dejaban de ser un medio para convertirse en un fin en si mismos. Las naciones creaban grandes ejércitos y poderosas flotas, sin consideración a una finalidad determinada. Querían el poder militar y naval por el poder mismo. De esta manera, la competencia de armamentos se convirtió, a su vez, en una causa de la guerra.

 

La paradoja del sistema de competencia armamentista radicaba en la imposibilidad de distinguir entre armamentos ofensivos y defensivos : Cada Estado sostenía; vigorosamente, que sus armamentos respondían tan solo a fines 'defensivos '. Pero los otros Estados no estaban muy seguros del carácter defensivo de los armamentos de los Estados vecinos. La significación del termino 'defensivo' dependía, evidentemente, de lo que cada Estado trataba de defender dentro de su política a intereses particulares, de manera que lo que era defensivo para uno, parecía medida ofensiva cuando era utilizado por otro.

 

En el Pacto de la Sociedad, los miembros de esta reconocen que el mantenimiento de la paz requiere la reducción de armamentos; pero a pesar de los esfuerzos hechos para realizar el desarme, a pesar de lo que pudo lograrse en las Conferencias de Washington y de Londres, los Estados nunca pudieron ponerse de acuerdo en este punto esencial para una paz permanente. Los intereses políticos de las Potencias hicieron inacabable la discusión sobre si el desarme es anterior a la seguridad colectiva o si esta debe preceder al desarme, poniendo así en evidencia que se trata de algo que debe ser resuelto paralela y conjuntamente; y demostrando, con este circulo sin salida, que el sistema de seguridad colectiva, base de la organización internacional que la Sociedad suponía, no estaba realizado sino teóricamente.

 

No es acaso exagerado decir que el libre trafico de armamentos ha sido un factor coadyuvante en la competencia armamentista. La fabricación y el comercio de instrumentos bélicos en manos de intereses privados o semi-privados, sin sujeción a control alguno, ha constituido un elemento de disturbio en las relaciones internacionales. El afán de lucro por parte de las industrias de armamentos, estimulando el temor y la desconfianza entre los Estados, a veces por métodos inconfesables, contribuía sin duda a acelerar la animosidad entre las naciones.

 

c) Imperialismo político.- En relación intima con el sistema del equilibrio de las Potencias, a partir de las últimas décadas del siglo pasado, se desarrollo el imperialismo político. Los grandes Estados, impulsados por razones de diverso genero, pero principalmente económicas, buscaron la manera de obtener el control de los pueblos y regiones atrasados, constituyendo los grandes imperios coloniales modernos. Se buscaba en aquellos una fuente de materias primas para el mayor desarrollo de las industrias de la metrópoli; mercados para que consumieran los productos de estas; y, aun, a veces, por consideraciones estratégicas, bases militares y navales y material humano para incrementar los ejércitos. Una vez logradas las primeras adquisiciones territoriales, se hacia necesario aumentar el poder naval para proteger las nuevas líneas de comunicaciones y el comercio con las colonial. También era preciso anexar nuevos territorios para proteger los adquiridos inicialmente. Así, la expansión colonial no tuvo otro limite que la extensión de los territorios y pueblos susceptibles de ser colonizados. La competencia por la adquisición de colonias dio incremento a la competencia armamentista, contribuyendo de esta suerte, por si misma y por sus efectos, a poner en peligro la paz del mundo.

 

Si en cierto sentido el imperialismo colonial significo para las colonial y protectorados algunas ventajas de orden material, sus resultados, en conjunto, no han contribuido ni a mejorar definitivamente las condiciones de vida de las poblaciones sometidas, ni a estimular la armonía y buen entendimiento entre las naciones colonizadoras. Con pocas excepciones, la política colonial de las Potencias casi siempre estaba inspirada en propósitos de provecho propio, y no tenia en cuenta los intereses ni el bienestar de los pueblos sometidos.

 

Con el establecimiento de la Sociedad se puso en practica un sistema que a lo menos en parte, mejoraba la condición de los territorios a los cuales fué aplicado. El régimen de los mandatos ejercidos en nombre de la Comunidad de Naciones, no fué siempre ejecutado conforme a su concepción original; pero contiene, en esencia, la solución que debe darse, en lo futuro, al problema de las regiones y pueblos inorgánicos.

 

d) Nacionalismo político.- Ya antes de la guerra de 1914, el espíritu de nacionalismo se había manifestado en forma exagerada. Fueron propugnadas teorías que sustentaban la supremacía racial y que tendían a justificar la dominación de unos pueblos por otros que se consideraban superiores. Esas ideas contribuyeron, en parte, a estimular el espíritu bélico que originó el conflicto. Sin embargo, no fué sino después de la referida guerra, cuando el nacionalismo vino a manifestarse realmente bajo formas peligrosas que al exagerar las características raciales y culturales de determinados Estados, se transformaron en urea amenaza pares la paz general.

 

A pesar de los elevados ideales de cooperación expresados por los delegados de muchas de las naciones representadas en Ginebra, era evidente que los Gobiernos de algunas de las principales Potencias estaban lejos de aceptar los objetivos del Pacto de la Sociedad de Naciones como la base de su política práctica. Los recuerdos de la guerra estaban aún demasiado vivos en el espíritu de aquellos que la sufrieron, pares que confiaran en el nuevo sistema de seguridad colectiva. Los dirigentes políticos de las naciones victoriosas, todavía pensaron en mantener urea represión permanente sobre las Potencias vencidas, mientras que la opinión Pública en estas, buscaba la manera de anular los efectos de los tratados de paz y de recuperar lo perdido. Todos los esfuerzos de los más esclarecidos representantes ante la Sociedad de las Naciones, para desarrollar el mecanismo de la organización internacional y transformarla en órgano eficiente para la modificación de las condiciones causantes de las divergencias internacionales, se vieron ahogados por el nuevo a intenso espíritu de nacionalismo que se expandió en Europa.

 

Ciertos Estados se limitaron a atender exclusivamente sus propios intereses inmediatos can exclusión de los intereses generales de la Comunidad. Entonces se desenvolvió el nacionalismo de tal manera que, en algunos casos, llego a tener las características de urea condición patológica que influyo radicalmente en la política interna del Estado como en la externa. Urea forma desnaturalizada de ese nacionalismo; establecida por minorías arbitrarias mediante la fuerza, se apoyo en urea ideologías ficticia, de esencia materialista, que elimino toda libre actividad del espíritu a hizo imposible el discernimiento político. En lo interno, domino todas las actividades nacionales, y fué la negación del Estado Jurídico y la absorción del individuo hasta convertirlo en mero elemento integrante del Estado. En lo externo, desconoció el principio básico de la igualdad jurídica de los Estados, desprecio los derechos de los demás, y favoreció la expansión y la conquista. De ahí su tendencia a la dominación del mundo, en cuya obtención empleo todos los recursos, desde la infiltración ideológica hasta la revolución y la guerra. Era el imperialismo bajo una nueva forma, recurriendo abiertamente a la fuerza y violando los tratados internacionales sin el menor escrúpulo.

 

Esta nueva ideología echo raíces mas profundas de lo que hubiera sido posible en generaciones anteriores, porque los gobernantes que la sustentaban cegaron las fuentes de información publica. La censura rigurosa de la prensa, el monopolio gubernamental de las emisiones radiofónicas, la supresión de las reuniones publicas, y otras formas de intervención, desorientaban el criterio público para formarse una justa idea de la política, seguida por los Gobiernos. De esta manera, las propias fuentes del pensamiento fueron envenenadas, y los hombres de Estado que propugnaban las falsas teorías del nacionalismo consiguieron fortalecer su dominio sobre el pueblo así engañado en cuanto a la verdadera actitud de otros países.

 

Por otra parte, se establecieron sistemas educacionales encaminados a sembrar en las mentes juveniles una falsa concepción de patriotismo, y todo contribuyo para hacer mas difícil el entendimiento reciproco y para dividir mas y mas a las naciones.

 

Al fin, el pueblo fué fácil victima de esa propaganda hostil, y la sospecha y la desconfianza aumentaron en proporción al malestar económico. En ese punto, los factores políticos y económicos causantes de la perturbación del Derecho y del orden se confunden con los factores sociales, y las influencias reaccionan recíprocamente las unas sobre las otras agravando sus efectos.

 

Paralelamente con el intento de dirigir la opinión Pública en sus respectivos países, ciertos Gobiernos trataron de ejercer influencia sobre la opinión en países extranjeros, y para ello idearon agencias y sistemas de propaganda, que iban desde las falsas declaraciones hasta la distribución de literatura incendiaria. Se busco también la manera de socavar la lealtad que los extranjeros naturalizados debían a su patria de adopción, por medio de procedimientos ilícitos, tales como la creación disimulada de agrupaciones de carácter político. Estas actividades subversivas, ejercidas a veces por personas asociadas con funcionarios oficiales de gobiernos extranjeros, constituían actos de agresión moral y eran difíciles de combatir sin poner en efecto restricciones sobre la libertad de palabra, de reunión y de prensa. Todas esas circunstancias hicieron del nacionalismo desorbitado un factor preponderante para producir el actual conflicto.

IV. Factores económicos

a) Imperialismo económico.- En el campo de los intereses económicos el imperialismo se manifestó en forma mas aguda, pues en el Estado moderno, esos intereses están íntimamente ligados con los intereses políticos, y constituyen motivo preponderante de toda acción política, porque abarcan dentro de su esfera de acción todo lo relacionado con las materias prima para la industria; con la producción y los medios de transporte; con la venta de artículos manufacturados en los mercados internos y en los externos; y con las transacciones financieras requeridas por el comercio y por la industria en general.

 

El desarrollo de los procedimientos industriales alcanzados durante el siglo XIX, y el aumento de la producción durante la primera década del siglo XX, llevaron a los principales Estados a tratar de obtener-fuentes de materias prima para la industria y mercados para sus productos. Consecuentemente, se produjo una ruda competencia entre aquellos, para dominar los mercados y para asegurarse una posición privilegiada dondequiera que fuera posible ejercer una presión política con tal fin. Esta lucha se desarrolló hasta perseguir, igualmente, oportunidades en regiones menos adelantadas para invertir capitales que a veces eran sustraídos a la Economía interna de los países. De esta suerte, la explotación económica de las colonias, protectorados y zonas de influencia, cuando no ocasionó precisamente el monopolio de las material primas, tuvo a lo menos por consecuencia el aprovechamiento exclusivo de las oportunidades de inversión de capitales en favor de los nacionales de aquellos Estados. La explotación económica de esos territorios tenia casi siempre carácter político y estratégico, y Así, el imperialismo político y el económico tendían a un único objetivo que subordinaba los intereses y el bienestar de aquellos a los intereses del Estado metropolitano.

 

Por otra parte, en el esfuerzo para obtener ventajas en los mercados extranjeros, los Gobiernos consintieron frecuentemente que sus nacionales llevaran a cabo practicas comerciales divorciadas de las normas de leal competencia. De esta manara, la rivalidad entre los nacionales de distintos países se convirtió en rivalidad entre los respectivos Gobiernos, y la competencia económica de las empresas particulares adquirió importancia política, y fortaleció la creencia de que los intereses de un Estado se hallaban en fundamental oposición con los de otros Estados.

 

b) Nacionalismo económico.- Ya antes de 1914 la mayor parte de los países, tendían a restringir el libre intercambio comercial mediante la creación de barreras aduaneras y medidas similares, que en no pocas ocasiones fueron causa de fricción internacional. Esta política se explotó hasta como arma importante en la, lucha por el prestigio y poder de los Estados. Después de la guerra, estas condiciones no se modificaron. Por el contrario, comenzó a predominar un acentuado nacionalismo que hizo surgir en los años siguientes la doctrina de que la única manera de obtener mayor expansión para las propias exportaciones, era desalojar, hasta donde fuese posible, el comercio de los otros países. Se proclamaba también que la guerra había demostrado la necesidad de adquirir un mayor grado de auto-suficiencia económica.

 

Hecha excepción de una cláusula de poco alcance referente a los territorios que estaban bajo mandato, (Art. 22), el Pacto de la Sociedad de Naciones no contenía disposiciones acerca de la cooperación en el campo de las relaciones económicas internacionales. Los nuevos Estados creados por los tratados de paz elevaron sus tarifas aduaneras, contribuyendo a perturbar las corrientes naturales del comercio. Nuevos centros comerciales se crearon a expensas de comunidades industriales que antes habían existido, y que fueron segregadas de sus antiguas esferas de comercio en virtud del establecimiento de las nuevas fronteras. Se noto una tendencia a abandonar el use de la cláusula incondicional de la nación más favorecida, y a emplear en exceso la política de cuotas para la importación, de impuestos a la exportación, de embargos, y otros recursos semejantes.

 

Las altas tarifas aduaneras crearon condiciones de inestabilidad industrial para aquellos Estados que no poseían materias primas dentro de sus territorios. La teoría económica de que la balanza comercial debía ser siempre favorable al interés de cada Estado los indujo a orientar su política comercial sin tomar en consideración el efecto que tendría sobre el bienestar de otras naciones. No se adoptaron medidas para resolver el problema de la distribución sobre una base internacional, de manera que el excedente de un país pudiera ser aprovechado por otras que lo necesitaren. Todas las barreras comerciales se convirtieron en instrumentos de guerra económica y como tales eran utilizadas.

 

Solamente después de 1924, las condiciones mejoraron en cierto grado. Algunos acuerdos comerciales de carácter temporal fueron reemplazados por otros de más larga duración, inspirados en propósitos de facilita el intercambio comercial. En la Conferencia Económica Internacional de 1927, realizada bajo los auspicios de la Sociedad de Naciones, los Estados miembros declararon que era tiempo de detener el aumento de las tarifas aduaneras a invertir su política a este respecto por medio de la remoción . de las trabas al comercio internacional. A pesar de todo, prevaleció el espíritu de exagerado nacionalismo, que en algunos casos llego al extremo de hacer del comercio exterior y de la industrias funciones del Estado.

 

La carencia de una cooperación internacional en el campo económico se hizo mas evidente que nunca al presentarse la crisis de 1929. La producción industrial y Agrícola, las deudas internacionales, las tarifas aduaneras y las condiciones de trabajo, planeadas no con vistas a un futuro amplio, sino con la mira de ventajas inmediatas, hicieron mas intensos los efectos que tuvo la depresión surgida en aquel año sobre toda la estructura económica y financiera del mundo. A falta de una efectiva acción internacional los Estados trataron en vano de conjurar la crisis. Lejos de lograrlo, la diversidad de soluciones hizo imposible la reconstrucción.

 

En parte como resultado de las nuevas restricciones al comercio, y en parte también como consecuencia de las perturbaciones internas causadas por la crisis, por el desempleo y por la miseria, ciertos estadistas llegaron al convencimiento de que solamente desarrollando las fuerzas militares de sus respectivos países, y preparándose para luchar por mas 'espacio vital', habría alguna esperanza de mejores condiciones de vida. A su vez, la fabricación de nuevos armamentos imponía nuevas cargas al Estado y consumía enormes cantidades de materias primas que en otras circunstancias podrían haber sido utilizadas por las industrial de paz. Como consecuencia, crease un circulo vicioso, una especie de espiral ascendente, en la cual la necesidad de disponer de materias primas imponía más armamentos, y la fabricación de estos hacia más aguda la necesidad de materias primas. Bajo estas condiciones, el nacionalismo político y el económico fueron partes de una misma política. Para ciertos Gobiernos no fué difícil crear en el espíritu de sus pueblos un 'complejo de hambre', que elevaba la fiebre del nacionalismo a su grado más peligroso.

 

El fracaso de los numerosos esfuerzos hechos por las Grandes Potencias con el objeto de llegar a un acuerdo eficaz y de vasto alcance en cuanto al desarme militar y naval fué debido, no tan solo a la falta de confianza en el sistema de seguridad colectiva establecido por el Pacto de la Sociedad, sino también al hecho de que nunca se tomaron en cuenta planes paralelos para llegar al desarme económico.

 

Mientras que las discusiones en Ginebra trataban de organizar un frente común contra la agresión, los delegados de las Grandes Potencias no prestaron atención a las rivalidades en el campo del comercio internacional ni a los agudos antagonismos creados por la política económicas de cada nación. La idea de 'justicia' entre las naciones tampoco prevaleció en el campo de las relaciones económicas, en el cual el único principio valido era el de aquellos países que tenían la felicidad de poseer recursos naturales gozaban del privilegio de utilizarlos para su exclusiva conveniencia. La paz no podía ser permanente desde que las naciones estaban en una guerra económicas.

V. Factores sociales

a) Realización incompleta de la justicia social.- La justicia social en el sentido de adecuada remuneración y organización del trabajo y de atención al bienestar de la colectividad por parte del Estado, en un régimen sin castas privilegiadas, comenzó a ser comprendida entre los problemas no exclusivamente teóricos, sino técnicos, de categoría internacional, a fines del siglo XIX. Lo que antes había sido considerado una cuestión nacional en los diversos países europeos paso a tener un carácter universal, íntimamente ligado a la Economía general y al orden político entre las naciones.

 

En los años anteriores a la primera guerra mundial, y como consecuencia de factores conocidos, el bienestar de grandes masas humanas y el nivel de vida y la seguridad económica de las clases trabajadoras no alcanzaron un grado proporcional al progreso de la época. No era posible, en estas condiciones, que hubiera un ambiente propicio para una efectiva cooperación entre los pueblos; muchos de sus sufrimientos tuvieron origen en la injusticia social. Así lo comprendieron los estadistas que crearon la Sociedad de las Naciones, cuando organizaron, al propio tiempo, la Oficina Internacional del Trabajo, cuya Constitución, reconociendo esa realidad, comienza por asentar que 'la paz universal solo puede ser establecida sobre bases de justicia social'.

 

Las perturbaciones internacionales causadas por la injusticia social tienen mucha similitud con las originadas por las guerras civiles de índole política. No puede desconocerse que la deficiente acción social de los Gobiernos, después de la guerra de 1914, contribuyó a acumular factores coadyuvantes para que se haya producido el actual conflicto, pues llevo a ciertos países a buscar la disciplina en sistemas autoritarios que solo descansan en la fuerza y no en el libre juego de las instituciones. La insatisfacción de las necesidades de un pueblo, unas veces lo debilita y lo hace presa de la codicia ajena, y otras le incita a buscar en la guerra lo que no obtiene de la cooperación social.

 

En los últimos años, y no obstante lo que se logró mediante los esfuerzos que realizaron machos Gobiernos para llegar a una adecuada legislación del trabajo, y también mediante la acción eficaz de la oficina Internacional del Trabajo, la situación producida por anhelos de justicia social no satisfechos, mejoro solo parcialmente. En ciertos aspectos asumió nuevas y mas graves características, debido, en gran parte a la inhabilidad de los Estados para organizar sus respectivas economías en términos de cooperación mundial. No es exagerado decir que la mitad de la Humanidad vivía bajo el nivel mínimo de subsistencia, no porque faltaran materias primas, sino porque el nacionalismo político, no menos que el nacionalismo económico, perturbaba las relaciones internacionales. La industria no estaba organizada al servicio de la Comunidad, sino con la mira de producir un provecho financiero para algunos de sus miembros; no cumplía propósitos sociales. De aquí una competencia industrial desenfrenada, dentro de las naciones, y también de nación a nación, y una lucha sin cuartel para la conquista de los mercados. Este sistema, si en apariencia significaba mas trabajo por a mayor numero de individuos, a la larga producía un resultado contrario.

 

La inseguridad económica que de todo esto resultaba, contribuyó a crear, en ciertos pueblos, sentimientos de hostilidad hacia los pueblos de otros países, a los que presumían ser responsables de sus dificultades. Lo que era mochas veces consecuencia de una inadecuada política económica, se atribuía a propósitos deliberados de Gobiernos extranjeros. Al mismo tiempo, las desigualdades sociales se hicieron más intensas, y las condiciones de vida empeoraron aún en países de avanzada cultura. Las injusticias sociales fomentaban el odio y la desconfianza, y la lucha de clases asumía, en algunos casos, caracteres agudos. La pobreza extrema coexistía con la extrema abundancia, y se hizo más grave este fenómeno social característico de nuestros días: millones y millones de hombres desocupados que en vano reclaman su derecho al trabajo. Si la paz y la armonía interna se veían así perturbadas, mal podía, sobre base tan inestable, asentarse la paz permanente entre las naciones.

 

b) El desempleo.- Ya antes de la guerra de 1914, la mala distribución del trabajo y el desempleo generalizado fueron motivo de preocupación de algunos Gobiernos, Pero no llegaron a alcanzar proporciones suficientes para perturbar el orden interno y transcender al plano internacional.

 

Durante la guerra el problema del desempleo tuvo solución en las grandes masas exigidas por los ejércitos combatientes y por las industrias de guerra desarrolladas a un alto grado para satisfacer las cada vez más crecientes necesidades bélicas. Pero después del armisticio volvió a surgir el problema y se agravó en forma alarmante cuando en el momento del reajuste posterior se verifico la insuficiencia de las industrias de paz para proporcionar trabajo al inmenso número de hombres hábiles que requerían ocupación.

 

Estas últimas circunstancias concurrieron al desarrollo de tendencias autárquicas en las cuales algunos Gobiernos trataban de encontrar un paliativo para los numerosos problemas que confrontaban. Tenían necesidad de crear trabajo a implantaron trabas a la importación; y en la obligación de dar preferencia al nativo, se excluyo al extranjero, se cerraron las puertas al inmigrante o se le sujeto al sistema de cuotas por nacionalidad. Esa política, al provocar las correspondientes represalias de otros países, fué un elemento más de disturbio en las relaciones internacionales.

 

Por otra parte, el ambiente de hostilidad y de desconfianza creado en las masas desocupadas y en las clases mas necesitadas, facilitó en algunos países la implantación de regímenes autocráticos y la difusión de doctrinas extremistas. Esos regímenes requerían una extensa burocracia para. asegurar su posición y ejecutar los complicados planos de esas doctrinas. Adoptaron la propaganda de las reivindicaciones internacionales para exaltar el animo del pueblo y apartar su atención de las dificultades de orden interno, e incrementaron ampliamente la fabricación de armamentos con el fin de asegurar el éxito de la campana emprendida. Con esa política tuvieron la ventaja de solucionar artificialmente el problema del desempleo y así les fué fácil transformar el complejo de hambre en complejo de guerra y establecer una base firme para la consolidación de sus sistemas. No obstante, los problemas de distribución del trabajo, subsistieron en ciertos países, y con las complicaciones económicas de otro orden, crearon nuevas dificultades internas, con amenaza para la seguridad de aquellos regímenes. Algunos de los Gobiernos vieron entonces en las empresas de conquista una fácil solución para esos problemas. El dilema parecía ser, en verdad, o trabajo o la guerra. De esta forma comenzó a perturbarse el orden internacional en una atmósfera de armamentismo que contribuyó a aumentar la desconfianza entre los Estados, y a pacer imposible la cooperación internacional necesaria, que tal vez hubiese podido sofocar, en sus comienzos, las primeras manifestaciones del conflicto que se aproximaba.

Conclusiones

EL COMITÉ JURÍDICO INTERAMERICANO, fundado en los hechos anteriormente expuestos como causas principales de la perturbación de la paz y del orden internacionales; y, considerando la necesidad de contribuir a la determinación de las normal generales sobre las cuales ha de establecerse el derecho y el orden para implantar una paz junta y permanente entre los Estados, formula ante los Gobiernos de las Repúblicas Americanas, las siguientes conclusiones.

 

I. Prioridad de la ley moral y de los principios fundamentales de Derecho Internacional derivados de ella

 

Los Estados deberán reconocer en sus relaciones mutuas la prioridad de la ley moral-que es la misma para los Estados y para los individuos-y ajustaran su conducta a los principios fundamentales de Derecho Internacional derivados de aquella.

 

Las reglas existentes de derecho positivo constituyen fundamento del orden y de la estabilidad internacionales ; pero no deberán ser consideradas como statu quo permanente, y habrán de perfeccionarse de acuerdo con las nuevas necesidades de la Comunidad Internacional.

 

II. Repudio del uso de la fuerza

 

La guerra deberá ser repudiada no sólo como instrumento de política nacional, sino también como procedimiento legitimo para liquidar divergencias.

 

Solo la Comunidad Internacional, por medio de instituciones apropiadas, tendrá el derecho de emplear la fuerza para prevenir o rechazar una agresión y mantener el orden y el respeto al derecho .

 

La resistencia del Estado agredido se limitara, a la defensa de su territorio hasta que se haga efectiva la acción de la Comunidad.

 

Serán específicamente definidos tanto los actor constitutivos de agresión como las condiciones requeridas para el ejercicio del derecho de legitima defensa.

 

III. Obligación absoluta de solucionar los conflictos por procedimientos pacíficos

 

Los Estados deberán contraer la obligación absoluta de solucionar sus divergencias por medio de procedimientos pacíficos.

 

Los diversos recursos para la solución pacifica de las disputas internacionales serán organizados de una manera que implique el funcionamiento automático y progresivo de los mismos hasta obtenerse aquel objetivo por cualquiera de los procedimientos incluidos en el sistema, o si hubiere acuerdo entre las panes, por el procedimiento que ellas eligieren.

 

Los métodos de conciliación y de arbitraje serán reorganizados para tornar esos recursos mas fáciles y mas expeditos.

 

La competencia de la Corte Permanente de Justicia Internacional deberá ser ampliada y su acción se coordinara con la posible creación de tribunales regionales de justicia para la división de la competencia en razón del lugar y de la materia.

 

IV. Solidaridad ante la agresión

 

Los Estados tendrán la obligación solidaria de velar por la observancia de los principios fundamentales de Derecho Internacional y deberán asumir responsabilidad colectiva para el mantenimiento de la paz y del orden.

Todo acto de agresión contra un Estado será considerado como acto de agresión contra todos los miembros de la Comunidad Internacional.

 

Los Estados no podrán legítimamente permanecer neutrales ni otorgar igualdad de tratamiento a las panes en conflicto, una vez determinado el agresor por los organismos competentes de la Comunidad Internacional.

Todos los Estados tendrán el deber de cooperar para hacer efectivos contra el agresor las sanciones adoptadas por la Comunidad Internacional.

 

V. Modificación del concepto de soberanía

 

La soberanía del Estado deberá entenderse en forma adecuada a la necesidad suprema del mantenimiento de la paz, del orden y de la justicia entre los Estados.

 

El ejercicio de la soberanía implica el reconocimiento y la aceptación de la prioridad de la ley moral y de los principios fundamentales de Derecho Internacional de ella derivados.

 

El Estado no reclamara como atributo . de soberanía el derecho de ser juez en causa propia, ni el de hacerse justicia por si mismo, ni el De imponer por la fuerza sus reivindicaciones.

 

El ejercicio de la soberanía deberá armonizarse con la interdependencia de los Estados para fortalecer la unidad moral de la Comunidad Internacional y la efectiva cooperación entre sus miembros.

 

VI. Necesidad de una organización internacional más eficiente

 

El mantenimiento del derecho y del orden y la aplicación y el desarrollo de las reglas positivas de conducta internacional exigen la creación de un mecanismo internacional que represente la voluntad y los intereses de la Comunidad y no los de sus miembros en particular, y que este capacitado para poner en practica sus decisiones.

El período de transición entre la terminación de la guerra y el establecimiento de la futura organización internacional no se prolongara más de lo estrictamente necesario, y se regirá, hasta donde sea posible, por los mismos principios sobre los cuales se asentara aquella organización.

 

VII. Naturaleza de la futura organización internacional

 

La Comunidad Internacional será organizada sobre la base de la cooperación de todos los Estados.

 

Ningún Estado podrá permanecer legítimamente apartado de la futura organización internacional.

 

En esa organización, ya sea que se trate de una Sociedad de Naciones reformada y fortalecida, o bien de una nueva institución jurídica,  habrá de ser armonizado el principio de la universalidad con la existencia de grupos regionales formados por vínculos naturales de solidaridad a intereses comunes.

 

Los grupos regionales podrán adoptar reglas peculiares para las relaciones entre sus miembros siempre que ellas no estén en pugna con los intereses superiores de la Comunidad Internacional.

 

Las funciones de la nueva organización deberán ser tan amplias como lo exijan las necesidades Políticas, económicas y sociales de la Comunidad Internacional, y tendrán en cuenta las nuevas circunstancias y necesidades para ajustar a ellas las instituciones y los actos internacionales existentes.

 

VIII. Sistema mas efectivo de seguridad colectiva

 

El objetivo primordial de, la futura organización internacional deberá ser la protección de todos y de cada uno de sus miembros contra actos de violencia, en una forma tal, que cualquier Estado pueda confiar para su seguridad en la acción colectiva de la Comunidad.

 

El Estado deberá considerar que es de su propio interés vital mantener la ley y el orden internacionales y que toda amenaza o todo acto de violencia contra cualquier miembro de la Comunidad es una acción directa contra todos, y cada uno de ellos.

 

IX. Abandono del sistema de equilibrio político.- Limitación de armamentos

 

El establecimiento de un sistema eficaz de seguridad colectiva deberá poner termino a la política del 'equilibrio de fuerzas' entre Estados, como instrumento apto para mantener la paz.

 

Los Estados deberán reconocer que una justa solución del problema de los armamentos es condición esencial para una adecuada organización de, la paz.

 

La limitación de, los armamentos deberá hacerse progresiva y paralelamente con el establecimiento y desarrollo eficaz de un sistema de, seguridad colectiva, hasta el nivel compatible en cada Estado con el mantenimiento del orden interno y con el cumplimiento de, las obligaciones internacionales para una acción común.

 

Los Estados no podrán invocar las exigencias de, la legitima defensa para incrementar los armamentos nacionales en proporción que no se justifique dentro del sistema de seguridad colectiva.

 

La industria bélica deberá ser una función exclusiva del Estado por cuanto la producción privada y el trafico de armamentos son contrarios a la seguridad general.

 

Durante el período de transición entre el termino de las hostilidades y el, establecimiento definitivo de la paz, se tendrá en cuenta que los Estados que soportan el peso de la guerra contra los agresores, podrán conservar sus armamentos con el objeto de restablecer el orden en los territorios en donde aun continuare perturbado; pero esa facultad transitoria deberá ser una función exclusiva del Estado por cuanto la producción privada y el trafico de armamento son contrarios a la seguridad general.

 

X. Abandono del imperialismo político

 

El imperialismo político que consiste en obtener predominio sobre la voluntad de Estados débiles o sobre territorios atrasados, tanto con fines políticos como militares, deberá ser proscrito.

 

La administración de las colonias y de los protectorados deberá ser ejercida de acuerdo con los principios establecidos en el Pacto de la Sociedad de Naciones y reiterados en la Convención de La Habana, según los cuales el bienestar y desarrollo de esos pueblos constituye un encargo sagrado de la civilización.

 

XI. Eliminación del nacionalismo político

 

La eliminación del nacionalismo exagerado que solo r espeta los intereses del Estado que lo profesa, y excluye los intereses de la Comunidad Internacional, deberá ser considerada condición esencial para una paz permanente.

 

Deberán ser abolidas las falsas teorías de nacionalismo, por medio de las cuales algunos gobiernos fomentan en sus pueblos tanto la creencia en su propia superioridad en relación con los otros pueblos, como un supuesto derecho a imponer su cultura.

 

La propaganda doctrinaria Nevada a efecto en determinado Estado en detrimento de la buena comprensión mutua será considerada como una ofensa a la Comunidad de Naciones y como una amenaza a la paz general.

 

El Estado existe para el bien de l os individuos, y no podía privarlos de los derechos inherentes a la personalidad humana, porque no le han sido otorgados por él.

 

Se reconocerá que los sistemas políticos que respetan las libertades humanas conducen mas fácilmente a la cooperación entre las naciones. 

 

Los Estados, teniendo en consideración que el desarme moral es elemento importante de la paz, deberán orientar los sistemas educacionales hacia la comprensión recíproca entre las naciones, y promover, dentro de sus respectivos territorios y por todos los medios a su alcance, los sentimientos de cooperación y de solidaridad internacionales.

 

XII. Eliminación del imperialismo económico

 

La Comunidad Internacional deberá vigilar por medio de los organismos competentes la explotación de los territorios poco desarrollados.

 

Estos territorios deberán ser administrados bajo el principio de la igualdad de tratamiento para todos los Estados, de manera que puedan ser productores de materias primas para use de todos éstos , y al mismo tiempo mercados de consumo de los artículos manufacturados provenientes de ellos.

 

En los mismos territorios deberá ser establecido un sistema de libre concurrencia , que evite el aprovechamiento exclusivo de las oportunidades de inversión de capitales, y otras formas de explotación económica o industrial, en favor de un Estado determinado, y que armonice el progreso paulatino de aquellos territorios y el bienestar de las poblaciones nativas con los intereses de la Comunidad Internacional.

 

XIII. Eliminación del nacionalismo económico

 

Los Estados deberán reconocer su interdependencia económica, y, por lo tanto, que su derecho para regular sus actividades económicas no deberá ser ilimitado.

 

La futura organización internacional deberá dar atención preferente a la coordinación de la Economía mundial procurando soluciones concretas mediante una formula que combine la auto-determinación nacional con el interés primordial de toda la Comunidad.

 

Los Estados deberán esforzarse por disminuir las barreras aduaneras y las otras restricciones al comercio, y fomentar lo mar posible el libre y completo intercambio de mercancías y de servicios entre los miembros de la Comunidad Internacional, con el objeto de atenuar las desigualdades de recursos naturales de estos y atender al bienestar de sus respectivos pueblos.

 

El sistema de la implacable concurrencia y rivalidad comercial y económica, deberá ser eliminado para obtener el desarme económico y substituido por medidas de cooperación para el bienestar general de la Colectividad.

 

XIV. Eliminación de los factores sociales de la guerra

 

Los Estados deberán reconocer que la justicia social y el mejoramiento de las condiciones de vida de los individuos tienen relación directa con el mantenimiento de la paz y que, por lo Canto, son esenciales en cualquier plan de reconstrucción internacional.

 

Los Estados procuraran elevar el nivel de vida de sus 'nacionales y garantizarles un grado de seguridad económica que les permita vivir con la suficiencia y tranquilidad necesarias para desenvolver su personalidad y gozar de los beneficios de la libertad espiritual y material a que todos tienen derecho.

 

La consecución de estos objetivos corresponde, en primer lugar, a cada uno de los Estados; pero sólo una acción internacional paralela hará posible su consolidación.

 

La industria nacional deberá organizarse tomando en cuenta los intereses de toda la población y no tan silo los de clases privilegiadas; también habrán de considerarse los intereses y necesidades de la Comunidad Internacional, además de los del respectivo Estado.

 

Los servicios de carácter social de la nueva organización internacional deberán tener amplitud suficiente, para emprender tareas que no se encuentren al alcance de los Estados individualmente. La labor de la Oficina Internacional del Trabajo deberá proseguirse y desenvolverse todo lo posible.

 

Río de Janeiro, 5 de Septiembre de 1942.

 

(Fdo.) Afranio de Mello Franco.-(Fdo.) Charles G. Fenwick.-(Fdo.) P. Campos Ortiz.-(Fdo.) Carlos Eduardo Stolk.-(Fdo.) E. Nieto del Río.