Santiago, 26 de Diciembre de 1947.

Señor Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales: En respuesta a la consulta verbal que Ud. me hizo acerca de la leyenda, tradición o conseja, sobre si los planos de la Casa de Moneda llegaron a Chile por una equivocación, pues dicha Casa debía ser edificada en Méjico, me es grato manifestar a Ud. lo siguiente: revisados, uno a uno. los cronistas del siglo XVIII, como ser José Pérez García, Historia de Chile; el Abate Juan Ignacio Molina, Compendio de la Historia de Chile; Vicente Carvallo y Goyeneche, Descripción Histórico-geográfica del Reino de Chile; Pedro Córdoba de Figueroa, Historia de Chile; Cosme Bueno, Descripción de las Provincias de los Obispados de Santiago y Concepción, y otros memorialistas que, como aquellos y estos se encuentran publicados en la Colección de Historiadores y de Documentos relativos a la Historia Nacional, Vols. 22 y 23, 20, 8, 9, 10 y 2, en ninguno de ellos se encuentra referencia alguna al objeto de su consulta. Todos describen cómo se generó el pensamiento de crear una Casa de Moneda; aluden a que el arquitecto italiano Joaquín Toesca, en comisión en Chile, concibió y llevó a efecto los planos; que éstos fueron aprobados por el Virrey del Perú, y, más tarde, modificados por una Real Cédula del Rey. Historiadores de los comienzos del siglo XIX, tale como el franciscano Francisco Javier de Guzmán y Monseñor José Ignacio Víctor Eyzaguirre, en sus obras respectivas, El Chileno instruido en la historia topográfica y civil de su país, y en la Historia Civil y Eclesiástica de Chile, nada dicen al respecto. Ni siquiera mencionan el hecho. Los historiadores modernos de la segunda mitad del siglo XIX, con mayor base de documentación y de crítica, sólo han considerado la leyenda y la tradición del asunto. Es interesante recoger esos testimonios, uno a uno. Por ejemplo, Vicuña Mackenna, en 1863, en su Historia de Santiago, Capítulo V, Sección IV, La Moneda, al referir minuciosamente la historia de la construcción del edificio, dice: 'El monto total de los fondos de fábrica era de $ 350,000 y esta liberalidad hará patente el engaño de la conseja vulgar de la Casa de Moneda de Chile, que fué construída por equivocación, en consecuencia de haberse puesto en la real cédula Chile en lugar de Méjico, a cuyo reino dicen iba destinada, como si no hubiese existido ya desde muchos años en el propio palacio vice real de aquella ciudad la soberbia Casa de Moneda que ha inundado el mundo de millones de fuertes'. Sigamos. Don Diego Barros Arana, en su Historia General de Chile, 1886, Tomo VI, Parte V, Capítulo V, en la nota 17 de la página 448, al estudiar los antecedentes de la Casa de Moneda, al describir los trabajos de Toesca, dice: 'En Diciembre de 1787, cuando ya estaban casi terminados los cimientos, fueron enviados a España los planos de la nueva Casa de Moneda, en siete grandes hojas, para obtener a aprobación del rey. Este hecho servirá para destruir una tradición vulgar, según la cual esos planos habían sido formados en Madrid para un establecimiento análogo en Méjico, y que habiendo venido a Chile por equivocación, se levantó aquí aquel edificio monumental. Esta tradición, aunque destituída de todo fundamento, ha circulado con favor durante largo tiempo'. Don José Toribio Medina, en su obra clásica 'Las monedas chilenas', Santiago de Chile, MCMIII, ha escrito la historia de la Casa de Moneda, y ni siquiera, por asomo, hace referencia a la conseja. La seriedad de la investigación de Medina no puede ser puesta en duda. La historia es inagotable en sus datos documentales. Uno de los más célebres historiadores de la ingeniería en Chile, don Ernesto Greve, en su libro básico, fundamental, que colma ya toda clase de investigación, Historia de la Ingeniería en Chile, tampoco toma en cuenta la conseja. Todavía hay más. En 1945, se publicó, en una edición de lujo, la obra intitulada 'La Casa de Moneda de Santiago de Chile, 1743-1943'. En la página 11 de ese libro, se dice: 'El monarca, Felipe V, acogió favorablemente la fórmula, de don Francisco García de Huidobro, y el 1.° de Octubre de 1743, se dictó la Real Cédula de la creación de la Casa de Moneda de Santiago de Chile, con la prevención de que el Consejo de Indias la tomaría a sus órdenes cuando así lo creyera conveniente'. Estos son simplemente los datos. Pero, a quien conozca un poco la seriedad de la administración española en el siglo XVIII, su recia organización, la sabiduría de sus funcionarios y el celo que ellos tenían para servir la causa de S. M., en el Consejo de Indias, le parece extraño, a simple vista, que una Real Cédula con despacho a México hubiese llegado a Chile, o vice-versa. Esos funcionarios eran acuciosos en grado extremo. Se pueden citar algunos casos, no de extravíos de Reales Cédulas, sino de reiteración del mandato en ellas contenidas. ¿Una equivocación del Consejo de Indias? Jamás. Es cuanto puedo informar al señor Decano. Saluda atentamente a Ud.,

Guillermo Feliú Cruz.